En la primavera de 1940 el Reino Unido pasaba por momentos oscuros. La Alemania de Hitler había ocupado en apenas seis semanas Francia y los Países Bajos. El ejercito ingles estaba sitiado en las playas Dunkerque y el recién elegido Primer Ministro británico Winston Churchill (en sustitución del pusilánime Neville Chamberlain) se vio en la difícil tesitura de convalidar la expansión de Alemania propiciando unas supuestas negociaciones de paz o, por el contrario, hacer frente a la poderosa maquinaria de guerra alemana arriesgándose a que sus tropas fuesen masacradas en Dunkerque y a una posible invasión de las islas por los nazis. En la película "El instante más oscuro" (2017) se reflejan esos trascendentales días en los que Churchill tiene que tomar tan histórica decisión. Abrumado por la situación y la negativa de los americanos a prestarles ayuda, se baja del coche oficial que lo lleva al Parlamento, deambula por las calles y finalmente baja al Metro. Allí escucha las opiniones de los viajeros y descubre que, a diferencia de sus congéneres políticos, son gentes dispuestas a luchar contra Hitler hasta el final. Haciéndose eco de los sentimientos de los viajeros del Metro, Churchill recita un pasaje del poema "Horacio" perteneciente a "Lays of Ancient Rome" ("Cantos de la Antigua Roma") de Thomas Macaulay. El héroe romano Horacio Cocles defiende el puente sobre el Tíber que separa a los etruscos de Roma, mientras sus compañeros lo derriban. Justificando su casi suicida acción Horacio les dirige a los romanos, las palabras que Churchill rememora en el Metro: "A todo hombre de esta tierra tarde o temprano le llega la muerte. ¿Qué mejor manera de morir puede tener que la enfrentarse a su terrible destino defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" Churchill adapta los valores de la Antigua Roma ("sangre, sudor y lágrimas") y decide luchar para -con la inestimable ayuda de sus "primos" americanos- derrotar finalmente a los ejércitos del Führer.

En 2018 el gobierno de España se haya respecto al golpe de estado de Cataluña, en parecida situación a la de Churchill. El dilema es legitimar a los independentistas (negociando con ellos como iguales) o actuar con contundencia frente a la rebelión de una parte del territorio español. Los paralelismos entre separatistas y nazis son evidentes: son racistas y supremacistas ("los españoles son seres miserables, degradados, groseros como animales"); los "CDR" son el correlato de las "SS" y los lazos amarillos son -a la inversa- tan ultrajantes como lo fue la estrella de David. Hasta ahora, los timoratos gobernantes españoles han optado por la claudicación. Desafortunadamente la férrea disposición de Churchill solo la muestra alguien sin poder efectivo: el rey Felipe VI.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios