Miedo

Me gusta emplear el juego dramático en la formación porque se basa en el equívoco, en la inexactitud, en la improvisación

El miedo es una de nuestras emociones primarias junto a la tristeza, el asco, la sorpresa, la alegría y la ira. Las emociones son buenas, nos ayudan en nuestra vida, pero también debemos saber controlarlas.

El miedo es importante para la supervivencia. Me encantan los animales, por no temerles me he llevado más de un arañazo, picotazo e incluso mordiscos; ¡menos mal que no era venenosa aquella serpiente! Sin temor a la velocidad, a la altura, a introducirte en cuevas inexploradas, etc., seguramente no estaría escribiendo esta columna y habría muerto por mi curiosidad.

El miedo tiene que ser una respuesta ante un peligro. Por desgracia, se usa con exceso en nuestras vidas. Es como si fuera la única gasolina.

En las últimas elecciones en Madrid, la emoción que ha predominado ha sido el miedo: a menas, a fachas, a comunistas, a taberneros, a los recortes, a las privatizaciones, a la corrupción, a los jóvenes, a los ancianos, a los empresarios, a los trabajadores, a los parados, a los subvencionados, a los Impuestos, al que viene de fuera, al que es distinto…

Por desgracia, no me sorprende. En nuestra sociedad prima el miedo. Os recomiendo el libro de Sara Mesa "Perder el miedo". Todos conocemos jefes que lo utilizan en su comunicación con sus trabajadores. Me asquea este miedo institucional y laboral.

Mi inquietud es el miedo en la escuela por afectar a menores en formación. En los centros se trabaja el acoso escolar, pero ¿es el único miedo?

Tenemos alumnado con ansiedad por los resultados escolares. Alumnado con miedo a no sacar un sobresaliente, o con miedo a suspender. La preocupación es la nota no el saber.

Esta situación no es más que un reflejo social. Recelo al error, a realizar un ejercicio no acorde al criterio establecido, a una actividad no del gusto del profesorado evaluador, a un examen. La desconfianza al desacierto impide avanzar, aprender. Prefieren dejarlo en blanco.

El error claro que es bueno. Aprendemos por ensayo y error. Es preferible hacer las cosas mal a no hacerlas.

Quien no hace nada nunca se equivoca, además tampoco aprende. Quien nunca opina, jamás dirá tonterías.

Cuando te das cuenta que te has equivocado, has empezado el aprendizaje. No exijamos la perfección que la perfección solo es de Dios. Me gusta emplear el juego dramático en la formación porque se basa en el equívoco, en la inexactitud, en la improvisación.

Nunca debemos olvidar que la educación no es solo conocimiento: es hábito, valores, costumbres, cultura, formación integral, convivencia grupal, maduración personal…

Pero, sobre todo un lugar donde debe imperar la felicidad, con ganas de aprender y sin miedo al compañero, al profesorado, a la tarea, ni a la nota.

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