Meapilas

Que cada uno haga los discursos que quiera. Ya bastante hemos padecido para sufrir ahora a los meapilas pandémicos

Los amigos de toda la vida, casi todos antiguos alumnos de Salesianos, nos reunimos un fin de semana de cada mes de octubre, para pasar un fin de semana juntos. Comida, bebida, charla, y alguna visita de interés, son el leitmotiv. Que se repita muchos años, y que haya salud para disfrutarlo.

Tras el parón obligado por la pandemia, esta vez tocó ir a Jerez de la Frontera, donde además se celebraba el Festival Músicas del Mundo en sus calles y plazas, lo que hacía que hubiera un espectacular ambiente, de sonidos y de gentes.

Todo va volviendo a la normalidad. La vacuna ha resultado verdaderamente eficaz y la reducción de contagios es más que evidente. Ojalá no hubiéramos sufrido el Covid-19, pero una vez que la ciencia parece haberlo casi doblegado, tampoco podemos perder nuestras tradiciones y nuestro anterior modo de vida.

Durante este tiempo, se ha sido especialmente vigilante con las reuniones de personas, y la sociedad ha criticado, con razón, cualquier evento en que ha ocurrido. Y no solo ha habido botellones, sino acumulaciones en mercados y supermercados, en centros comerciales, en las playas, en el transporte público, etc… Quien esté libre de pecado….

Pero ahora ya han sido levantadas casi el grueso de las restricciones, y ello por razonamientos médicos evidentemente. A pesar de ello parece haber quedado una corriente de opinión, sobre todo en redes sociales, que ferozmente critica cualquier acumulación de personas. Un discurso cargado de moralina, de exageración y de impostura. El ojo vigilante del gran hermano, parece no querer que nada cambie y sobre todo, cuando no es el crítico el que se halla en el evento en cuestión, aunque vaya a otros.

No se entiende que hay muchísimas familias que viven de los negocios donde se producen tales concentraciones, y que han sido los más perjudicados económicamente con los cierres y reducciones de aforo. Ni se valora que la incidencia es considerablemente menor. Ni tampoco que recuperar nuestras vidas y nuestra dinámica social es mas que necesario, imperativo. Y también que es esencial respetar la libertad del individuo, tan afectada durante este tiempo, siempre que se cumpla la normativa en vigor.

Que cada uno haga los discursos que quiera, incluso los cargados de demagogia y doble moral, quizá yo el primero desde luego; pero desde la comodidad del sofá antes de marchar al Primark o Carrefour de turno a toquetear los productos un sábado por la tarde, se piense lo que se escriba. Ya bastante hemos padecido, para sufrir ahora a los meapilas pandémicos.

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