Se han hecho estudios sobre el declive comercial del centro; incluso inventarios de locales vacíos en las calles más señeras de Algeciras, algunas con más carteles "se alquila", que con ningún rótulo de tienda.

El cierre de establecimientos, o su migración a centros comerciales en la periferia, no es un suceso que afecte solo a nuestra ciudad, sino un mal endémico en otras muchas, por razones del cambio de hábitos de consumo del público. Y es verdaderamente difícil que una administración pueda doblegar esta maldita tendencia, hay que reconocerlo, ya que solo la iniciativa privada, y el interés del público que consume, pueden dar vida a esos fantasmagóricos locales, y a las calles donde se ubican.

Desde el consistorio sí que se podría favorecer la presencia de nuevos negocios, por ejemplo, reduciendo la burocracia necesaria a la mínima expresión, minorando las tasas urbanísticas de adaptación y apertura, o luego, eliminando medidas puramente recaudatorias, como precisamente la colocación de elementos publicitarios en fachada, tributo ya suprimido en otros municipios, ya que no puede ser más confiscatorio e injusto. En todo caso, esas pequeñas medidas no van a hacer viable un comercio o una tienda, pero algo aliviarían al ahogado comerciante local, frente a la presión brutal y asfixiante de la alternativa Amazon.

Quizá más importancia tengan las medidas de dinamización organizadas o apoyadas por el Ayuntamiento, y la conjunción de estas con la presencia de establecimientos de hostelería, elementos clave en la presencia de público en las calles. Póngase como ejemplo la calle Alfonso XI, donde la presencia de numerosos bares y restaurantes, no solo dan vida los fines de semana, sino que reducen el porcentaje de persianas metálicas echadas.

Y entre tales medidas que si puede gestionarse desde el Ayuntamiento, vemos una que hace que las calles del centro rebosen cada martes de primavera, como lo es el traslado del mercadillo semanal, al Llano Amarillo. Ese masivo público que acude al mismo, luego suele ir al mercado de abastos, o darse un paseo por las calles céntricas y allí comprar cualquier producto, o tomarse un café o una caña. Así, "trasladar" ese numeroso público desde el parque-feria, hasta el centro, sí que es una medida que dinamiza el mismo, como cualquier observador puede apreciar. ¿Qué otro evento puede mover a tanto público, que no sea una actividad festiva extraordinaria?; ¿no podría trasladarse todo el año?

Sé que a los empleados de oficinas, bancos, etc. ubicados en el centro, les puede afectar en su hábito de aparcar, dificultándoselo, pero sin duda, al interés general de la ciudad le beneficia. ¿Por qué queremos una ciudad alegre, viva y radiante; o vivir en Helsinki?. Pues eso.

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