La chicotá

Inmaculada Pérez Pizarro

Martes Santo de Amor

Martes Santo de Medinaceli-Esperanza, Martes Santo de amor. El amor de las miradas, el amor por la venera, el amor por los colores del cordón que la sujeta. Me enamoré de aquel modo de afrontar la primavera, del brillo de aquellos ojos cuando llegaba la fecha.

Martes Santo bajo las tejas de esta capilla. Me imagino la sonrisa desde esa cúpula añil que tendrá hoy complacido Don Miguelito o el orgullo en la mirada que saldría a relucir de Rafael Ballester o Montilla si estuvieran hoy aquí.

Martes Santo de devoción y cariño, de homenaje a todos los que han formado parte de esta familia a lo largo de la historia que hoy abrazo junto a los directores espirituales y hermanos mayores.

Cuántos miles de promesas, habrán contemplado D. Manuel de Dios y D. Manuel Mª Martín, cuantos sueños olvidados se habrán cumplido a la vera de D. Manuel Camargo y D. Julián Gómez, cuantos rosarios y oraciones junto a D. Jesús González y D. Manuel Herrera, cuantos triduos y traslados habrán ardido en las velas presididos por D. Manuel Muñoz y ahora D. Miguel Ángel Ruiz. Cuántos suspiros de abuelas en los tiempos de Antonio Pérez o Manuel Aldana. Y el contagioso entusiasmo compartido en los montajes de un esparrago, un clavo, un alambre bajo el mandato de Juan Garzón, Jorge Marín o Pepe Manzanares, de la inquietud de esas noches que preludiaban la escena de nuestro Jesús Cautivo y su Madre llorando la escena junto a Juan Palomo, Cuántos recuerdos de ayer en cada uno de nosotros con la Junta de Juan Carlos Vadillo. Cuántos momentos y eucaristías compartidas con Manolo Delgado y una servidora. Cuántos cabildos de cuentas, cuántos debates y enfados acabaron ante ellos como siempre en un abrazo.

Martes Santo. Medinaceli, decir tu nombre bajito con tu rostro en las pupilas, hace llegar la esperanza a aquel que la necesita.

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