Esta semana se ha conocido el relevo del presidente de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), José María Marín Quemada. Su mandato había expirado ya el pasado año, pero las circunstancias políticas hicieron que tuviera que seguir en el cargo. Tuve la suerte de trabajar con él, durante casi veinte años. En ese periodo, ocupaba el cargo de Director de Relaciones Institucionales en CEPSA. Doctor en Ciencias Económicas, había enseñado en la universidad Complutense, en las de Navarra y Valencia y ganado por oposición la Cátedra de Economía Aplicada de la UNED. Cuando en una reunión en Madrid, me lo presentaron, quedé impresionado por su personalidad: culto, humanista, sencillo y afectuoso. Lideraba un equipo profesional, en el que me integré fácilmente. Al paso del tiempo tuvimos que hacer frente a situaciones complicadas y difíciles en las que su serenidad imperturbable, fue siempre una ayuda. Quizás porque somos de la misma edad o coincidíamos en la forma de ver los problemas, nuestra relación laboral fue siempre directa y sincera.

Buen conocedor del Campo de Gibraltar y del resto de Andalucía, los alcaldes que lo trataron todavía lo recuerdan con cariño. De él aprendí dos cosas fundamentales: a cumplir estrictamente la Ley en todas nuestras actuaciones, apartando la tentación de encontrar atajos que el poder económico nos podría haber facilitado y a poner en práctica la Responsabilidad Social Corporativa con los ciudadanos de nuestro entorno, sin paternalismo ni intereses ocultos. Fruto de ello, son las actividades deportivas, culturales y la solidaridad con los más desfavorecidos, aquí en el Campo de Gibraltar. Gustaba decir que antes que gastar dinero en grandes patrocinios, quizás más rentables para la marca, había que regar como una lluvia fina que calase, para que nuestro crecimiento, arrastrara en paralelo, al de la Comarca. Dejó la empresa privada, cuando fue nombrado consejero del Banco de España, al que fue por vocación de servicio público y posteriormente a la CNMC, como presidente. Allí ha tenido que lidiar con lo más granado del panorama económico español, que defiende a capa y espada sus privilegios. No ha quedado sector con el que no se haya enfrentado con valentía. Lleva por ello, algunas cicatrices de las cornadas que ha recibido, que son las condecoraciones de los buenos toreros. José María Marín Quemada, demócrata en ejercicio permanente, ha hecho gala de su independencia, en un organismo que esperemos lo pueda seguir siendo en el futuro. Deja el listón muy alto.

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