No nos desanimemos. No es que la humanidad se haya vuelto imbécil, sino que los imbéciles nunca han tenido tantos medios para darse a conocer y llenar el espacio público con sus imbecilidades. Las redes han sido para ellos una liberación, el Moisés que los ha sacado de la cautividad de su reclusión en oficinas, bares y fiestas de toda índole para llevarlos a la tierra prometida de la impúdica exhibición global de sus gilipolleces. Lo que antes padecían sus compañeros de trabajo, compadres de barra y atribulados familiares en bautizos, comuniones, bodas y cuantas ocasiones se presentaran, ahora lo ven millones de personas.

La última imbecilidad, tibia todavía la estupidez de tirarse por la cabeza cubos de agua helada (lo que, por lo visto, beneficiaba a un colectivo de enfermos) y calentita la del Pokémon Go, es el mannequin challenge que fue inventado por unos estudiantes de Jacksonville, Florida, EEUU. Es curioso el caso estadounidense: sus errores, defectos y estupideces se propagan con un éxito que para sí quisieran sus aciertos, logros y genialidades. Parece que, al contrario que la imbecilidad, la inteligencia no es contagiosa. Esto de la maniquipollez nació hace solo un par de meses y desde la señora Obama hasta los kofrades que reproducen un misterio cuyo nombre me reservo por respeto, pasando por ciudadanos anónimos o celebrities, se ha extendido por todos los continentes con un éxito instantáneo.

Como es propio de los imbéciles desconocer los límites, se han hecho mannequin challenge que demuestran que la crueldad y la insensibilidad son primas hermanas de la imbecilidad. Así miembros de la Defensa Civil siria han hecho su monería de maniquí simulando rescatar a una víctima sepultada tras un bombardeo; 22 pandilleros americanos se han grabado escenificando un tiroteo con sus pistolas de verdad (idiotas además de imbéciles, la policía los ha detenido); los guerrilleros de las FARC se han grabado con un fondo de rap en su nueva evolución pokémon ya no asesina; el personal sanitario y los pacientes de un hospital mejicano se apuntó a la cosa y, para no ir tan lejos, si nos acercamos a un hospital de Asturias veremos como un grupo de enfermeras de la unidad de críticos de urgencias se han grabado -con fines docentes, dicen- recreando la asistencia a una parada cardiorrespiratoria. Ah, y también he visto uno de un entierro con coche fúnebre y ataúd incluidos.