Después de recibir la deseada noticia, de meses de placentera espera, de cuidados, de ver cómo crece la tripa, de proyectarte hacia adentro para en sueños imaginarla… tras el último pujo en el que ya te dejas las pocas fuerzas que te quedan y que parece que se te va la vida y en realidad algo de tu vida se te va con ella… al ver salir de entre las piernas a ese ser que más que alumbrarlo es ella quien alumbra de forma milagrosa toda tu existencia, la estrella que más brilla… en un éxtasis de puro amor acompañado del abandono de todo el cuerpo después del parto… dentro de ti, muy dentro, nace un sentimiento desconocido y sagrado al que ya de por vida veneras. Nada encontré que produjese en mí mayor ensimismamiento y conexión que, estando abrazadas, verla y sentirla succionar el alimento de mi pecho. Desde entonces, he ido tejiendo los días con hilos que sin remedio me llevan hacia ella porque, honestamente, ella es la que le da un mayor sentido a la vida.

Madre es una palabra que al principio asusta de grande que nos parece porque para que suene con amor en la boca hay que llenarla de contenido y los primeros días, aunque desbordada de entusiasmo, el bebé te tiembla en los brazos de tanta que es la responsabilidad de pronto adquirida.

Y ahora que se hizo mujer, que defiende con vehemencia lo que le mueve en la vida, que decidió vivir a su manera enseñándome a modificar errores, que construirá su árbol genealógico con un esqueje del mío… ahora, compruebo que todo ese sentimiento inicial, desmesurado y primitivo, mientras empujaba para hacerla salir de las entrañas, ha crecido y se ha desbordado, ha multiplicado el amor, lo ha florecido y marchitado y vuelto a florecer, le ha imprimido un inconfundible y duradero perfume a los días, ha madurado liberando las semillas que han caído a los surcos dándole un progresivo sentido al vivir. La magia de cada día es saber que mañana todo podría ser diferente pero, sin embargo, hoy todo permanece permitiendo que nuestros deseos se sigan encontrando.

Sabe a ciencia cierta que la amaré ocurra lo que ocurra; eternamente. Los hilos de afecto se entrelazan porque siempre respeté su espacio privado ya que parí a una hija pero no es mía, que no ha venido a cumplir mi proyecto sino el suyo propio y acepto que me llame "mamá" porque ella lo decida.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios