Tierra de palabras

Luz y verdad

Negar nuestra verdadera identidad nos dirige hacia un sistema de pensamientos lleno de trampas

Una de las mañanas que bien temprano paseaba por la vega, con la impresionante montaña enfrente en el camino de vuelta y con un cielo cubierto de nubes grisáceas que hacían que su relieve proyectara un color oscuro y apagado, casi negro… de repente, sobre la penumbra de la cima se reflejó un rayo que hizo hueco entre las apretadas nubes y cubrió durante unos segundos de un verde intenso un minúsculo espacio en la falda de la majestuosa montaña.

Esta estampa me dio que pensar. Iba escuchando un audio que me activó para hacer un símil entre la montaña y nuestra mente.

Gran parte de nuestro entendimiento permanece a oscuras con numerosos pensamientos repetitivos que lo único que hacen es sostener el personaje en el que, a fuerza de identificaciones, nos hemos convertido. Un personaje que defendemos porque creemos a ciencia cierta que nos representa sin tener mucha idea de la oscuridad y la ceguera permanente en la que nos envuelve. Para proteger a ese personaje necesitamos un constante ataque hacia lo que pueda desmontarlo. Todas las percepciones distorsionadas de la insaciable ente producen una densa envoltura difícil de traspasar. Es necesario un deseado entrenamiento mental para que estas capas con las que nos hemos protegido, defendiendo algo que verdaderamente no somos, comiencen a caer y nos desnuden. Negar nuestra verdadera identidad nos dirige hacia un lugar ilusorio e inestable, hacia un sistema de pensamientos lleno de trampas que nos impide acariciar nuestra verdadera esencia.

Todo aprendizaje requiere una atención y una preparación. Ese personaje en el que nos hemos convertido pondrá zancadillas en forma de miedos para que no avancemos, para que no vayamos más allá de los límites que él mismo nos impone. El ego no quiere que reconozcas tu verdadero origen y se aprovecha de tu falta de confianza.

Igual que el rayo de sol se proyectó en la oscura montaña, así, en la oscura cavidad de tu mente puede llegar un día en el que se obre el milagro de la corrección de alguna de tus ilusorias proyecciones haciéndote ascender a un nivel superior de experiencia y desde ahí será tu decisión la de aprender a usarlo de forma constructiva.

Solo la oscuridad será capaz de ocultar lo que no eres. La montaña negra que mis ojos vieron esa mañana no era la montaña. Fue la luz la que me mostró su esencia real, su color. Liberándonos de ilusiones accederemos a la verdad que la luz proyecta.

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