Tierra de palabras

Luz de la tierra

Un jardín es hermoso en cualquier época. En cada estación se puede contemplar su belleza

Un jardín es hermoso en cualquier época. En cada estación se puede contemplar su belleza y cerca de ellos se viven más intensamente las transformaciones. Pero un jardín no solo contiene la belleza, también esconde toda la sabiduría de la tierra. Solo es necesario un poco de interés y mucha atención para descifrarla.

El filósofo Byung-Chul Han afirma: "El jardín me devuelve a la realidad, incluso a la corporalidad, que hoy cada vez se pierde más en el mundo digital bien temperado. Este mundo digital no conoce temperatura, dolor ni cuerpo. Pero el jardín es rico en sensibilidad y materialidad. Contiene mucho más mundo que la pantalla del ordenador". Tengo la misma sensación que él cuando experimenta cómo en el jardín transcurre mucho más lentamente el tiempo. El jardín tiene el suyo propio, cada planta lo tiene. Cuando trabajas en el jardín "te enriqueces de tiempo". Y a mí lo que más me gusta cuando estoy en él es trabajarlo, sintiendo el contacto de la vida en las manos. Pocas veces me siento a contemplarlo porque la plena atención me viene cuando estoy totalmente inmersa en su cuidado y es ahí donde me acompaso a su lento tiempo. En el jardín el trabajo es meditación, conectando de una forma más directa con mi esencia, dejando que la tierra me descifre los enigmas en los que las palabras solas no aciertan.

Si algo me gusta de la estación del verano es esa implicación más necesaria que en las otras estaciones. Cuando riego en el suelo o las macetas, recibo el agradecimiento de la tierra entera. En el acto de hacerlo están presente los cuatro elementos: el agua: que nutre, hidrata y regenera; la tierra: que piso y me proyecta; el aire: que nos mece; el fuego: siempre ardiendo dentro y fuera. No deja de sentirse cierta reminiscencia del otoño en el color que las hojas que caen le proporcionan a la tierra. El aguacatero no deja de desprenderse de ellas y crea un manto ocre en el que los mirlos pisan y curiosean para saber qué habrá debajo. Manto que mantiene húmeda la tierra después del riego.

Nadie que tiene un jardín puede afirmar que vive solo; en este caso, sola. Comparto la tierra con los pájaros, salamanquesas, cochinillas, lombrices, moscas, mosquitos, ratoncillos, topos, abejas, mariposas… cada uno cumpliendo su misión y yo con ellos.

Cerraré con el filósofo: "Lo bello nos obliga al respeto y al esmero. Lo he aprendido y experimentado".

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