La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Luis Salvador regala Granada

El alcalde granadino, que ya pasó por PSOE y Ciudadanos, ha sido el principal responsable de la crisis municipal

Lo de Granada ha sido un vodevil en el que ni los enredos han sido amorosos ni los diálogos picantes, y el final ha resultado casi trágico para Ciudadanos, el partido que en ella tenía su fortaleza municipal más destacada en España. Quizás esta semana haya marcado el punto de inflexión hacia la extinción, por languidecimiento, del partido que levantó, y después arruinó, Albert Rivera.

Ya se ha dicho casi todo sobre el oportunismo de los partidos intervinientes -y antes, causantes- en esta crisis y las ambiciones y rencillas políticas y personales de sus agentes protagonistas. Pero creo que el principal responsable de lo ocurrido fue el alcalde saliente, Luis Salvador, que acampó en Cs tras haber sido unos cuantos años senador por el PSOE y emigrar al centroderecha tras ver frenadas sus aspiraciones de dirigir el socialismo granadino.

Ya en Ciudadanos, Salvador logró cuatro concejales en las elecciones municipales de 2019 y pactó con el Partido Popular, que obtuvo siete y Vox (tres). Así se hizo con la Alcaldía. Primer error: en una coalición lo lógico es que el alcalde pertenezca al grupo mayoritario. Forzar mediante el chantaje que la mayoría se subordine a la minoría siempre es fuente de problemas. Segundo error: cuando el PP reclamó el cargo de alcalde para uno de los suyos a la mitad del mandato, como se había acordado verbalmente en las negociaciones -aunque no se recogió el compromiso por escrito-, Luis Salvador se aferró al sillón como una lapa. Tercer error: cuando el PP dio por roto el pacto, quiso continuar como alcalde, provocando que dos de sus concejales dejaran Cs y generando el esperpento de un equipo de gobierno compuesto por dos ediles (él mismo y otro naranja que le permaneció fiel). Así ha tenido al Ayuntamiento de Granada casi un mes, con dos gobernantes imposibles y 25 concejales cabreados en la oposición. La ilógica y la arbitrariedad en estado puro.

Finalmente, el alcalde superpagado de sí mismo ha traspasado el bastón de mando al anterior alcalde socialista, al que ha aportado sus votos (dos), junto a Podemos, tal vez en espera de que su antiguo partido, el PSOE, le agradezca el gesto. Se habla mucho de la operación nacional del PP, orquestada por el ex número dos de Ciudadanos, Fran Hervías, para laminar a su competidor electoral más templado, pero si está teniendo éxito es también por la escasa solidez de Cs. Sus cuadros y militantes parecen más una partida que un partido.

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