Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Listas de espera

La Administración andaluza se hacía trampas al solitario para no admitir la realidad y hacer una política de escaparate

La llegada del nuevo Gobierno andaluz ha permitido poner cifras a un hecho que desde hace muchos años venía siendo denunciado por los sindicatos y profesionales del sector sanitario, a la vez que padecido por miles de pacientes: las listas de espera del SAS para la atención a los enfermos superan de largo las estadísticas oficiales e incumplen los decretos sobre tiempos máximos de espera aprobados por la Junta de Andalucía, materia en la que nuestra comunidad autónoma fue de las pioneras en España. En la práctica, la Administración autonómica se hacía trampas al solitario para no admitir la realidad. En lugar de admitir los recortes impuestos y de subsanar con agilidad los fallos en la gestión de los recursos -como pasó con las frustradas fusiones hospitalarias- se optó por una política de escaparate puesta en solfa por las continuas protestas de los usuarios, como se demostró sin ir más lejos en el Campo de Gibraltar en septiembre de 2017 con una de las manifestaciones más concurridas en la historia de la comarca.

Los responsables sanitarios de aquel entonces prometieron soluciones, pero la falta de anestesistas, alergólogos, rehabilitadores y de otros especialistas fue a más. Se prometió en vano a los profesionales darles estabilidad para hacer más atractivos sus puestos de trabajo, con contratos más largos y sin acumulación de horas extras, para que no tuvieran que emigrar o buscar hueco en la sanidad privada tras años de costosa e intensa formación en las facultades y hospitales públicos andaluces. No es cuestión de dudar con carácter general de la voluntad o la profesionalidad de quienes hasta ahora han tenido entre sus manos la gestión de un entramado que cada año mueve más de 9.000 millones de euros de presupuesto público en Andalucía, pero sí cabe achacarles la ausencia de un diagnóstico claro y transparente para afrontar el problema. La ocultación de las listas de espera reales era síntoma del pavor que sentían los anteriores responsables sanitarios a rendir cuentas y a afrontar un problema cuya base real es la falta de financiación para sostener el sistema, clave -junto a la educación y la atención a los dependientes- de nuestro Estado del bienestar.

El Campo de Gibraltar es una de las áreas geográficas más afectadas por las demoras, con 41.000 intervenciones y consultas a especialistas pendientes, con una espera de 312 y 180 días, respectivamente, frente a los 49 y 43 oficiales que había antes. Hace bien el consejero de Salud de la Junta, Jesús Aguirre, al poner las cartas bocarriba porque solo así se podrá poner arreglo; siempre será mejor lograrlo desde el acuerdo, primero con el Gobierno y el resto de autonomías, para lograr elevar el presupuesto global, y después en Andalucía, con la oposición, para fijar prioridades y hacer planes no sujetos a vaivenes electorales.

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