Lecciones de la crisis de Ucrania

La crisis ha puesto nuevamente de manifiesto los problemas de gobernanza de la sociedad internacional

No es fácil comprender la actual crisis en Ucrania. Lo cierto es que hay un riesgo serio de enfrentamiento militar en el corazón de Europa y las razones son extraordinariamente complejas. Abundan en los medios y en el discurso político planteamientos simplistas y algunas veces maniqueos, cuando se trata de una crisis en la que confluyen un complejo conjunto de factores geopolíticos, históricos, energéticos, culturales y, por supuesto, económicos que hacen que los análisis necesiten considerar diversos enfoques y en los que no hay planteamientos fáciles. En cualquier caso, se trata de una crisis enormemente grave con riesgo cierto de enfrentamiento militar en un escenario peligroso de escalada al verse potencialmente afectados Estados pertenecientes a la OTAN. No pretendo tener la osadía de intentar proporcionar las claves de un teatro de confrontación tan complejo en esta columna, pero si de identificar dos lecciones que se derivan de ella.

En primer lugar, la confirmación de que la UE no es un actor determinante en las relaciones internacionales, ni siquiera en lo relativo a asuntos que tienen lugar en Europa. La construcción europea ha ido afianzando un espacio integrado en el que ha consolidado el mantenimiento de la paz en el interior de la organización, así como una estructura jurídico-política basada en el Estado de derecho y el respeto de los valores europeos. Sin embargo, de cara al exterior no ha logrado construir una identidad propia y actuar decisivamente en el complejo marco de las relaciones exteriores. Por supuesto, esto no es responsabilidad de la Unión sino de los Estados miembros que no han querido o no han podido diseñar una estrategia exterior coherente y unificada. La defensa sigue confianza a otra Organización Internacional, la OTAN, bajo el liderazgo de un aliado, Estados Unidos, que ha sido fundamental en la historia europea, pero que hoy en día ha dejado de ser un aliado fiable. No es descartable que una eventual victoria de Trump dentro de dos años signifique el fin definitivo de la OTAN. La salida de Afganistán ha dejado claro que los Estados Unidos no es, ni siquiera con Biden, un socio fiable. Parece evidente que los intereses de los americanos en su confrontación con Rusia no coinciden con los de los europeos.

Por otra parte, la crisis ha puesto nuevamente de manifiesto los problemas de gobernanza de la sociedad internacional y la incapacidad de las Naciones Unidas de encauzar controversias que pongan en peligro la paz y la seguridad internacionales cuando afecten a los intereses estratégicos de los Estados permanentes con derecho de veto.

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