Es intolerable que más de 700 personas asalten una frontera para penetrar en otro país cortando la valla con cizallas, tirando cal viva, orines y excrementos a los guardias civiles o atacándoles con lanzallamas caseros, cuchillos y palos. Tras ellos aguardan otros 50.000 en las inmediaciones. ¿Desesperados dispuestos a todo para huir de sus países de origen? Sí. Pero la solidaridad tiene los claros límites de la legalidad, la defensa del territorio nacional y el número de migrantes asumible garantizando tanto sus derechos como los de los ciudadanos españoles. Solo se puede tolerar lo tolerable y asumir lo asumible. Al día siguiente del asalto a Ceuta se rescataban más de 500 migrantes en el Estrecho y otros en Alicante, Mallorca y Cartagena. Ni África cabe en Europa, ni esta puede solucionar sus conflictos y tragedias, ni la culpa es solo del colonialismo y la desastrosa descolonización.
Los discursos biempensantes no sirven frente a las realidades extremas cuando se carece de medios para afrontarlas. El actual Gobierno, que se hartó de acusar de xenófobo, cruel e insolidario al anterior, ha tenido que dar marcha atrás y optar por la devolución en caliente. El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo condenó a España en octubre de 2017 por haber devuelto dos inmigrantes sin verificar su identidad, oír sus razones y proporcionales abogados, traductores y médicos. Medidas excelentes pero de imposible cumplimiento cuando se trata de cientos y miles de personas.
Gobernar es muy distinto a ejercer la oposición: supone pasar de las palabras a los hechos, afrontar la realidad por dura que esta sea y no poder permitirse el lujo de la demagogia supuestamente humanitaria. Por eso el Gobierno de Sánchez justifica ahora las devoluciones en caliente como cumplimiento de la legalidad vigente y argumentando que no habían pisado suelo español. Sin cumplir, lógicamente, el imposible requisito de evaluar caso por caso con asistencia de traductores, abogados y médicos.
Es tan cómodo estar en Estrasburgo bajo la toga del Tribunal de Derechos Humanos como jodido estar en Ceuta o Melilla bajo el uniforme de un guardia civil, afrontando cuerpo a cuerpo lo que a la vez es una tragedia humanitaria y un violento asalto a las fronteras de un país. España es a la vez Lampedusa y la frontera tejana entre México y EEUU.
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