Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Juancarlistas

El mérito de Ruiz Boix es haber sabido concitar el apoyo de muchos barones, dispares entre sí, y militantes

El domingo que viene, los militantes socialistas gaditanos estarán votando a los delegados que les representarán en el 40 Congreso Federal del partido. En esa cita, Pedro Sánchez será ratificado como secretario general tras una carrera de puño de hierro en guante de seda. Desde 2017 no solo ha liquidado cualquier rastro dejado por sus antecesores, sino que se ha desecho sin pestañear de algunos de sus más fieles colaboradores: Carmen Calvo, José Luis Ábalos, Adriana Lastra o Iván Redondo son ejemplos recientes de ello. Sánchez es un espejo en el que muchos de los dirigentes socialistas se miran por su tenacidad, sangre fría y, llamémoslo así, sentido práctico.

Quizá fue por eso por lo que Juan Carlos Ruiz Boix tuvo que oír cómo alguien de su círculo de confianza le reprochó al oído aquello de que "las estrategias no se anuncian, solo se ejecutan". Fue después de que, hace tres semanas, el alcalde de San Roque anunciara en privado a Irene García su intención de liderar una lista de delegados alternativa, dando así a la presidenta de la Diputación la oportunidad de mover hilos para tratar de reventar esa candidatura. No lo ha conseguido.

En octubre del año pasado, este periódico ya se hizo eco de que las aspiraciones del regidor sanroqueño iban más allá de su pueblo, en una crónica titulada La hora de Ruiz Boix, harto de recibir sartenazos -según su propia descripción- y de ser apartado para el desempeño de mayores responsabilidades: ganó las primarias para ser cabeza de lista al Congreso, pero se le apartó de la candidatura; revalidó la Alcaldía con mayoría absoluta, pero se le desplazó de la vicepresidencia de la Diputación; pidió la presidencia de la Mancomunidad del Campo de Gibraltar para una de sus concejalas, pero se le denegó; pudo haber sido designado senador por la comunidad autónoma y tampoco.

En el PSOE de Cádiz no se libra una batalla ideológica, ni tan siquiera sobre el modelo de partido. Se trata de una lucha por el poder que, solo en teoría, se basa en mantener o renovar las estructuras que en diciembre de 2018 llevaron a los socialistas a perder el Gobierno de la Junta tras cuatro décadas continuadas. El relevo de Susana Díaz por Juan Espadas marcó para muchos un camino que ahora debe seguir a nivel provincial y local, aunque -paradojas- los susanistas apoyen a Ruiz Boix vs García. Los cambios, de haberlos, irán mucho más allá de la elección de los delegados. Será una liga que habrá que ir ganando al modo Simeone, partido a partido, con zancadillas, pisotones y jugadores cambiando de camiseta en el penúltimo minuto. Al modo Sánchez.

El mérito de Ruiz Boix es haber sabido concitar el apoyo y las aspiraciones de muchos barones, dispares entre sí, y militantes. Su reto, que ese paso sea el primero de muchos de los nuevos juancarlistas.

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