Juan Carlos necesita un Yuste al que retirarse con discreción, como su trastatarabuelo el emperador Carlos. Aunque parece que este rey castizo prefiere la fiesta al recogimiento. Doscientos periodistas han contado su estancia en Sanxenxo; la infanta Elena dijo que había más cámaras que en su boda sevillana.Gracias a ellos, la casi totalidad de los españoles se ha enterado de que ha vuelto a España tras dos años de ausencia. Pero al 90% le ha emocionado muy poco su retorno, según una encuesta de Metroscopia explicada en Las Mañanas de RNE. Juan Carlos fue un rey de mérito en la transición de la dictadura a la democracia y está siendo un emérito de nulo valor para el sistema que ayudó a construir. El problema es que el buen hombre no se da cuenta.

Juan Carlos quiere recuperar el aprecio que le tuvieron los españoles antes de conocer su vida de lujos, caprichos privados y enriquecimiento personal. Dos de cada tres ciudadanos desaprueban esa vida licenciosa y sólo uno de cada cuatro le sigue teniendo ley, según esa encuesta. El titular de la visita lo arrancó una periodista de La Sexta que le preguntó si iba a dar explicaciones: "¡explicaciones de qué!", fue su indignada respuesta. Blanquear los ilícitos legales supone el privilegio de que el beneficiado nos pregunte después de qué estamos hablando.

El sondeo de Metroscopia indica que cuatro de cada diez españoles no han variado la imagen que tenían de este emérito juerguista y comisionista y que un tercio de los consultados la ha empeorado. La gente en este país está más preocupada por la subida de los precios o la guerra en Ucrania que por los sainetes del emérito. Eso sí, un 74% aprueba el desempeño del actual monarca Felipe VI. Y un porcentaje similar, particularmente de jóvenes, cree que la princesa Leonor llegará al trono.

El 18% de los encuestados se manifiesta profundamente republicano y un 33% no lo es en absoluto. Y una mayoría ejerce el pragmatismo accidentalista heredado de la Transición. Los españoles le piden a su régimen político derechos, libertades, progreso económico y protección social; les da igual si es monarquía parlamentaria o república. Aunque el tradicional negacionismo español lleve a algunos a definirse más por lo que no son. Más que monárquicos o republicanos, en España hay antirrepublicanos y antimonárquicos muy activos.

El rey anterior tiene poco que explicar. Se sabe que cobró comisiones, ocultó su fortuna en el extranjero y evadió impuestos. Estos ilícitos se blanquearon porque tenía inmunidad, había prescrito el delito o se previno al infractor de que iba a ser investigado. El rey abdicado, como le llama Zarzalejos, más que explicaciones debería llevar una vida prudente. Lo de rey abdicado evoca al Rey pasmado de la película de Imanol Uribe. Aunque imaginarse a Gabino Diego como un anciano discapacitado resulta patético. Ahora es un engorro para el sistema constitucional y para la monarquía. Alguien se lo debería decir.

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