Intifada en La Línea

Ojalá también estos días hubiéramos tenido el placer de ser visitados por algún gerifalte nacional

PRENDIÓ la chispa, y estalló el polvorín. Los incidentes violentos sufridos en La Línea esta semana han de ser condenados sin titubeos. Juan Franco, hombre valiente y directo, no cae en la populista demagogia de justificarlos a pesar que ello le cause el peligroso e injustificado reproche de una minoría de sus vecinos. Se reconoce su firmeza y determinación en defensa de su pueblo y sus honradas gentes, ante los clanes de desalmados que en su beneficio, quieren hacer imperar la cultura del delito como único medio de vida.

Y ello a pie de calle, sin esconderse, sin el paraguas de grandes partidos que le protejan, y sin mayores ambiciones personales que la de hacer una La Línea mejor.

Esto sí que es un ejemplo de servicio público, y es vergonzante confrontarla a la de la anterior alcaldesa, que en su actual posición de diputada en el Congreso ni una sola propuesta ha presentado en relación a las necesidades de su pueblo, plegándose a las directrices de su grupo parlamentario, que le dice qué plantear en la cámara o qué no.

Votar, la pasada semana, en contra de la declaración del Campo de Gibraltar como Zona de Especial Singularidad, supone la última traición a sus votantes y conciudadanos. Ya se ha dicho que además de mandarnos unidades de antidisturbios, han de aprobarse planes sociales y económicos que permitan ofrecer a medio plazo, una alternativa a tantos que vienen viviendo de los ilícitos.

Ojalá también estos días hubiéramos tenido el placer de ser visitados por algún gerifalte nacional, pero parece que los sucesos habidos no son de tanta importancia como para arriesgarse a quedarse tirado con el Talgo en las cercanías de la calurosa Puertollano.

No comparen estos días de intifada, piedras y fuego en La Línea, con las necesidades del Gobierno de Gibraltar y de su proyecto de prosperidad compartida (pero primero para mí). Entonces si que era necesaria la reciente visita, con gran boato, del Presidente de la Comisión de Exteriores en el Senado. ¡Hombre!.

También echo de menos que alguien responsabilice a Gibraltar, solo en parte, de lo que sufre La Línea en la actualidad. Haber permitido y fomentado durante décadas la economía sumergida del contrabando de tabaco, para mayor beneficio de la colonia, está en el ADN del problema social. Del porteo de cartones de Marlboro al transporte de otras sustancias ha habido un paso, y durante años, por desgracia, no hubo competencia a ese quehacer para muchos campogibraltareños, abocados al estraperlo mientras los exportadores llanitos construían sus mansiones en Sotogrande. De aquellos barros estos lodos.

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