Independentismo

Ángel Gabilondo está haciendo una buena campaña a favor de Ayuso y de Monasterio

ángel Gabilondo no tiene ángel. Y tampoco tiene negro o el que tiene se ha quedado en blanco. ¿Quién escribe sus discursos o, todavía peor, quién los piensa? ¿Cómo es posible que acuse a Ayuso de alentar un independentismo de Madrid, con la ayuda de Vox? ¿No ve que eso es hacerles la campaña? El independentismo tiene el viento a favor y llega Ángel y se lo apunta directamente a las velas a sus rivales, para que le cojan más ventaja aún.

Las razones por las que el independentismo vende son poliédricas. Por un lado, está lo rentable que el PP y el PSOE han hecho que resulte ser independentista. Las comunidades que no lo somos por pura probidad vemos como los independentistas se lo llevan crudo. Un peligro latente es que la envidia mimética cunda. El PSOE, el mismo partido de Gabilondo, ha hecho cuanto ha podido por blanquear el concepto que él ahora quiere vender como insulto.

Más allá del interés crematístico y del oportunismo político, también sopla a favor del independentismo el valor absoluto que nuestro tiempo da a la independencia, la vanidad, la falta de disciplina o el egoísmo irresponsable.

Más serio, hay un independentismo bueno, que es la independencia de criterio, la personalidad, la indiferencia a las consignas políticamente correctas, etc. Y está la conexión romántica, que los independentistas regionales vampirizan para sus provincias, pero que otros sentimos con nuestras casas, ya sean repúblicas independientes, como sueña Ikea, o baronías familiares de castillos en el aire, pero con una soberanía real, propia y resistente.

En resumen, en el "independentismo" que Ángel Gabilondo atribuye a las derechas de Madrid confluyen varios atractivos, unos reprobables, otros admirables y el definitivo, que es que esa independencia lo es de él y de sus jefes Sánchez e Iglesias. Al regalarle el concepto a los rivales les hace un tres por uno, porque les da el atractivo completo, con el añadido de que ellos no han tenido que proclamarse "independentistas" y, además, para colmo, los atractivos más oscuros del término no manchan ni a Ayuso ni a Monasterio, porque ellas no han dicho ni mu, pero sí terminan jugando a su favor.

¿Quieren ustedes una prueba de que Gabilondo no ha acertado? Ya verán como no insiste ni una vez más en la idea. Lo ha dicho, pero a partir de ahora habrá pasado un ángel. Es una torpeza, pero, además, significativa. El PSOE ha perdido el sitio.

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