Un amigo conocedor y sufridor a partes iguales de las entretelas del Brexit me hacía días atrás una síntesis perfecta del panorama presente. A su juicio, la incertidumbre en la que vivimos respecto a las consecuencias de la salida de Reino Unido de la UE viene derivada de una zozobra general: la provocada por el Gobierno tambaleante de Boris Johnson, la de Pedro Sánchez con su puedo y no quiero para formar Gobierno y la de la inminencia de las elecciones en Gibraltar, en las que Fabian Picardo se juega su continuidad mientras llama a las masas con un mensaje ultranacionalista, como se apreció durante la reciente celebración del National Day.
A resultas de todo ello, cada día que pasa damos un paso más hacia el precipicio del 31 de octubre, sin certezas sobre si continuará el desplome de la cotización de la libra y del poder adquisitivo de quienes cobran en esa moneda y pagan en euros, sobre si se cumplirá el vaticinio sobre las colas de varias horas en la Verja o si seguirá el goteo en la pérdida de puestos de trabajo.
Para colmo, los memorandos de entendimiento entre Reino Unido y España siguen sin aplicarse en su totalidad: el contrabando campa a sus anchas, los precios del tabaco en el Peñón no suben lo que debieran y España sigue sin lograr una mejora de la información fiscal sobre las empresas que operan en la Roca. Gibraltar, sencillamente, se niega a hacer sus deberes. ¿Es posible aplicar una parte de esos acuerdos de buena vecindad -como el que garantiza a los yanitos el paso fluido por la Verja, camino de Sotogrande- y obviar el resto? Veremos. La tentación por parte de determinados sectores de utilizar el paso fronterizo como arma de presión ante el Peñón es enorme, con el peligro de que los ciudadanos de uno y otro lado se conviertan en rehenes de un conflicto. La tibieza del actual Gobierno de Sánchez contrasta con lo que haría un García-Margallo o Vox si logra algún día tener mando en plaza. Conclusión: la no activación en su totalidad de los memorandos por parte del Peñón representa una bomba de relojería a largo plazo.
La Junta de Andalucía tiene nulas competencias para alterar ese panorama, pero sí puede y debe amortiguar las consecuencias a nivel económico y social. Ha hecho bien el Ejecutivo de Juanma Moreno en volver sobre sus pasos y en ampliar su plan de contingencia del Brexit. Hace meses le llovieron las críticas por anunciar la apertura de aquella polémica ventanilla única en Algeciras para resolver trámites administrativos, pero esta semana ha presentado un glosario de 112 propuestas, de las que 69 aluden directamente al Campo de Gibraltar.
La relación de proyectos incluye obras de infraestructuras demandadas desde hace años, décadas en algún caso, como el desdoble de la carretera Algeciras-Tarifa. No podía ser menos en un documento de necesidades de la comarca, pot lo que la novedad principal son los diversos planes de formación profesional y educativos, tendentes a lograr nuevos empleo y a atender las demandas de las empresas. No obstante, al carecer de memoria económica y plazos, la voluntad del Gobierno andaluz para con el Campo de Gibraltar deberá quedar reflejada negro sobre blanco en los Presupuestos de 2020, cuya presentación debe tener lugar antes del 30 de octubre.
El martes próximo, el Supremo de Reino Unido decidirá sobre el cierre del Parlamento: en el caso de que decida que el Legislativo vuelva a la actividad, habrá muchas posibilidades de que este vote para aplazar el Brexit a enero. El baile continúa.
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