La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Incendiarios: castigo ejemplar

De confirmarse que el incendio fue intencionado debe haber un castigo ejemplarizante y endurecer las penas

Tenemos la seguridad que la mano del hombre ha estado detrás", ha dicho el consejero de Medio Ambiente. Pues aplíquese la ley con toda su dureza. Que es poca. En 2015 se endureció -es un decir- contemplando penas de entre 10 y 20 años cuando han peligrado "la vida o integridad física de las personas" (concepto extraño porque todo incendio pone vidas en peligro). Pero sólo contempla penas de entre uno y seis años en los otros casos. Es poco, muy poco, si se tienen en cuenta los duraderos daños producidos. Al alemán que por imprudencia provocó un incendio en el que murió un agente forestal y quemó 5.000 hectáreas de isla de La Palma le cayeron tres años y medio de cárcel. De broma.

Hay incendios provocados por la naturaleza o un accidente. Los hay provocados involuntariamente por algún imbécil como el alemán de La Palma. Y los hay provocados voluntariamente por un canalla o un demente. De todos ellos sólo los dos primeros, los accidentales, no pueden evitarse. Aunque sí se pueden atenuar sus efectos con las medidas preventivas de cuidado de los bosques y el uso de los medios adecuados de extinción. En los otros casos sólo cabe castigar a los incendiarios de forma ejemplarizante-con mucho más rigor del contemplado tras el blando endurecimiento de 2015- y procurar tener controlados a los pirómanos, enfermedad considerada relativamente rara. Si se tiene en cuenta que el 55% de los incendios son intencionados y que el 23% se deben a negligencias, está claro que queda mucho por hacer en el terreno preventivo y punitivo contra los autores de estas catástrofes cuyos efectos -además de las vidas humanas que se cobren- duran muchas décadas.

A los factores climáticos -veranos cada vez más largos, calurosos y secos-, los accidentes y la acción humana hay que sumar como causas de los incendios el despoblamiento rural, el abandono de las actividades tradicionales o la falta de inversiones que gestionen el territorio de forma ordenada y sostenible; lo que, según World Wildlife Fund, "ha llenado España de potenciales bombas forestales". Se reduce el número de incendios pero crecen los grandes incendios forestales (GIF): en 2016 se quemaron 65.000 hectáreas de bosques y matorral frente a las 111.000 de 2015, pero los GIF pasaron de 14 a 22, arrasando la mitad de lo abrasado ese año. Espero que, de confirmarse que lo de Moguer fue intencionado, el responsable reciba un castigo ejemplarizante. Y que se endurezcan las penas en lo sucesivo.

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