'In dubio, pro-life'

El Derecho ha de ponerse, a la mínima oportunidad, a favor de la parte más débil y del valor más importante

Sofía Vergara, la bella actriz que protagoniza Modern Family, es la protagonista de una disputa de Derecho de Familia de una indiscutible modernidad. Su ex pareja, Nick Loeb, le ha puesto una demanda ante la corte estatal de Louisiana exigiendo que permita el desarrollo y el nacimiento de dos embriones (congelados) de ambos. Ya saben que son dos niñas; y se llaman Emma e Isabella. Como si no bastase la biología genética, tienen su sexo y sus nombres (y bien bonitos), que contribuyen a recordarnos que se trata de dos personas. Más aún: ambas se han personado (precisamente) en la solicitud jurídica, a instancias de Loeb, lógicamente.

A bote pronto, uno está por la vida. In dubio, pro-life sería una manifestación más (como In dubio, pro reo; In dubio, pro operario; In dubio, pro cive; o, incluso, In dubio, pro homine) del principio general de que el Derecho ha de ponerse, si cabe, a favor de la parte más débil y del valor más importante. Ojalá en Lousiana estén por la labor.

Hay que añadir las altísimas probabilidades de que las niñas se parezcan a su madre, con lo que saldríamos ganando todos. Pero mi frivolidad me distrae, disculpen. Volviendo a la Justicia, las noticias no concretan más, quizá porque no haya unas normas para supuestos tan insólitos. No me quiero distraer tampoco discutiendo hoy estas nuevas técnicas ni los problemas morales, jurídicos, sociales y personales que traen aparejados. Volviendo a Vergara, ¿puede la madre vetar el derecho a la vida de unos embriones, cuando su padre está dispuesto a adoptarlos y a correr con todos los gastos, gestiones y hasta gestaciones? ¿No ejerció ya Sofía Vergara su sagrada libertad cuando decidió concebir los dos embriones? ¿Puede ella sola ahora dar marcha atrás? "Emma e Isabella buscan estar a cargo de su padre natural Loeb, quien está dispuesto y deseoso de que nazcan", suspira la demanda.

Supongo que en este supuesto sí existirá la igualdad de derechos entre ambos progenitores. En el aborto, en cambio, el padre no tiene nada que decir ni podría salvar a un hijo suyo que la madre quisiera abortar. Eso se excusa con la idea de que es el cuerpo de la madre el que hace falta para la viabilidad del feto. Como aquí no es el caso, en absoluto, espero que se restablezca la paridad perfecta y que, para dirimir el desacuerdo, el derecho de los embriones a su existencia incline la balanza hacia la luz y hacia la vida.

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