Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Con Iglesias no

Un Gobierno de coalición es de dos líderes de sendos partidos: el cese de uno lleva a su final y a la de la legislatura

Si los periodistas nos limitásemos a reproducir las aseveraciones de los políticos en su literalidad y las tomásemos como proposiciones francas, estaríamos mintiendo. O confundiendo, aun admitiendo que la interpretación conlleva cierta manipulación justificada. Hablemos del Gobierno de cooperación versus Gobierno de coalición, motivo de mofa por parte de los colegas.

Una coalición es la de la Junta. Juanma Moreno, que es el líder del PP andaluz, es el presidente, y Juan Marín, presidente de Ciudadanos en Andalucía, es el vicepresidente. Ocurrió antes con Susana Díaz y Diego Valderas, ambos líderes de sus respectivos partidos. El Ejecutivo de coalición es un engranaje sujeto al más alto nivel por los dirigentes de dos formaciones; de tal modo, que hay un jefe, pero también un segundo que no es tal, sino un par. La salida del vicepresidente, como ocurrió con Valderas, supone el final del Gobierno y de la legislatura.

El problema de Pedro Sánchez con Unidas Podemos es Pablo Iglesias. Sólo eso. Sánchez no desea un Gobierno de socialistas y podemitas, en el que el líder morado sea el jefe de una parte del Ejecutivo. Y no tanto por tener que compartir el poder con él, sino de tratarse de quien se trata, de un dirigente con una emocionalidad adolescente que un día puede comportarse como hombre de Estado y otro, ir a visitar a Junqueras a la cárcel para solidarizarse con él ante una sentencia condenatoria por parte del Supremo. Es decir, que Iglesias es una bomba de relojería dentro del Gobierno. Lo es en todas partes, de hecho. Y si no analicen qué ha sucedido con Podemos en sólo cinco años.

Pedro Sánchez no quiere ese Gobierno de coalición. ¿Y de cooperación? Un Ejecutivo socialista puede aceptar, como ministros, a personalidades que provengan de Unidas Podemos, pero siempre que entiendan que se deben al presidente y a su poder para destituir sin explicaciones. Eso es un Gobierno entero, íntegro. Si Iglesias estuviese en el gabinete, su cese conllevaría inexorablemente al final de la legislatura. Un ministro de Unidas Podemos, o un secretario general o un director general, es otra cosa.

La primera sesión de investidura se celebrará, probablemente, la segunda semana de julio, y la condición es ésa: acuerdo con los podemitas, pero sin Iglesias en el banquillo azul. El obstáculo es que ese sillón es la única salida digna que le queda al secretario general de un partido al que él ha estrellado contra los cielos.

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