Sirva esta humilde columna como homenaje a dos periodistas españoles recientemente fallecidos en Burkina Faso. Ambos reporteros y un ciudadano irlandés que viajaba con ellos han sido asesinados en un ataque de un grupo de hombres armados que asaltó el convoy en el que los tres se desplazaban para grabar un reportaje sobre los efectos de la caza furtiva en los espacios naturales de ese país y los esfuerzos, con medios muy limitados, de las autoridades para combatirlo. Se llamaban David Beriain y Roberto Fraile. Estos periodistas han perdido la vida en el desempeño de un trabajo que es algo más que un trabajo, es un servicio público que prestan a la sociedad y entiendo que es obligación de toda la sociedad reconocer su trabajo y honrar su compromiso y memoria con motivo de su fallecimiento.

El ataque armado al convoy de periodistas nos pone en presencia de dos circunstancias diferentes. En primer lugar, las dificultades existentes en gran parte del mundo para el desempeño de la labor periodística. Consultando hoy el barómetro de las violaciones de la libertad de prensa que publica en su página web Reporteros Sin Fronteras podemos conocer que en apenas cuatro meses de 2021 han muerto en el mundo 8 periodistas y cuatro colaboradores. En la actualidad, 408 periodistas (incluyendo periodistas ciudadanos) y 12 colaboradores están encarcelados. Además de Burkina Faso, los países más peligrosos para ser periodista son Irak y México (con 4 periodistas asesinados cada uno en 2020) y, en cuanto a encarcelados, destacan también Rusia, China, Marruecos y Turquía. No hay ninguna duda que el ejercicio de un periodismo libre es una condición sine qua non para el funcionamiento de una sociedad libre y democrática que debe disponer de medios independientes, plurales y solventes de información y debate. En consecuencia, parece necesario que se adopten medidas a nivel internacional tendentes a garantizar la seguridad en el ejercicio de una profesión esencial.

Por otra parte, este acontecimiento nos pone de manifiesto los enormes peligros existentes en la zona del Sahel, franja al sur del Sáhara que presenta una enorme inestabilidad y debilidad institucional acelerada por la degradación ambiental causada por el cambio climático. Esta zona que comprende además de Burkina Faso, parte de Mauritania, Mali, Níger y el Chad, entre otros países, es estratégica para la seguridad de Europa y forma parte, en un sentido amplio, de nuestra frontera sur. La eclosión de Estados fallidos, el establecimiento de grupos yihaidistas en la región, el control de gran parte del territorio por mafias dedicadas al tráfico de personas y drogas y por cazadores furtivos es una amenaza directa a toda la UE que no podemos desconocer. David y Roberto murieron trabajando para informarnos de ello.

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