¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Guerras ganadas

No son pocos los gallegos y andaluces que tuvieron y tienen un importante peso en el devenir nacional

El final del verano lo pasamos matando moscas y leyendo a Camilo José Cela. Memorias, entendimientos y voluntades es un libro a tumba abierta -como casi todos los del Marqués de Iria Flavia-, a veces desternillante o lírico, otras exagerado y cruel, pero siempre bien escrito. Actualmente, muchas de sus páginas no se podrían leer en público sin ser sometidas a un juicio sumarísimo por los magistrados de lo políticamente correcto, lo que, claro está, le añade un mayor interés y morbo. Si lo traemos hoy a la prensa es porque, ya casi al final del tocho (De Bolsillo lo publica junto a sus memorias de infancia, La Rosa), don Camilo, a la sazón combatiente nacional, recuerda cómo un cabo republicano prisionero, oriundo de La Carolina, le dice: "¡Coño, los gallegos habéis tenido suerte porque habéis ganado la guerra!", a lo que el Nobel responde: "Sí, la verdad es que no nos podemos quejar". La conversación, que se desarrolla entre lingotazos de anís en botijo -la botellona puede presumir de antepasados ilustres-, tiene su enjundia, porque desmonta de un golpe todo el victimismo de un nacionalismo gallego que, como sus hermanos el catalán y el vasco, ha querido presentar la historia de España, en general, y su última Guerra Civil, en particular, como el mero capricho del imperialismo castellano (ahora dicen madrileño) frente al resto de los pueblos ibéricos. Sin embargo, sólo hace falta abrir un libro de historia contemporánea para tropezar de inmediato con nombres de gallegos en los más altos puestos y dignidades del Estado, desde Casares Quiroga hasta Fraga (el de "la calle es mía"), pasando por Alonso Vela (Don Camulo), Pío Cabanillas, Mariano Rajoy o, por supuesto, Francisco Franco, el gallego más poderoso de la historia. En la actualidad, sin ir más lejos, la vicepresidenta rojimorada del Gobierno, Yolanda Díaz, es nativa de Fene, provincia de La Coruña. Los gallegos ganaron la guerra, no hay duda, y siguen ganando alguna que otra batalla, pese a la tabarra plurinacional y multinivel.

De Andalucía, donde el nacionalismo hiperventilado de Teresa Rodríguez nos lo solemos tomar a chota, podemos decir lo mismo: Cánovas del Castillo, Narváez, Castelar, Felipe González, Arenas, Carmen Calvo… No son pocos los sureños que tuvieron y tienen un peso decisivo en el devenir nacional, aunque algunos se empeñan en seguir predicando una historia en la que la región se ha limitado a ser la pasiva receptora de órdenes que nada tenían que ver con sus verdaderos intereses. Los andaluces también hemos ganado alguna guerra, aunque no tantas como los catalanes y vascos. Esos serían capaces de vencer hasta a los talibanes.

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