Pocas profesiones hoy día exigen vivir en el campo. Una de ellas, quizás la única, es la guardaría rural. Antes, en el campo vivían muchísimas familias, pero a partir de los años 50 y 60 del pasado siglo ha habido un extraordinario éxodo a las ciudades y pueblos. La transformación en la forma de vida ha sido, en poco tiempo, radical. De hecho, todavía viven personas que han conocido las dos formas de vida.

No cabe duda de que hay mucha diferencia de comodidades entre la ciudad y el ámbito rural. Pero, a Dios gracias, todavía hay profesionales que se realizan felizmente haciendo su vida en el campo. Un buen ejemplo de ello es la guardaría. Personas que además de la vigilancia, suelen realizar multitud de tareas propias del campo: arreglo de alambradas, mantenimiento de aguaderos, siembras para la fauna, seguimiento de los aprovechamientos como corcho, caza, ganado, etc.

Desde hace años, tengo la tremenda suerte de impartir en la provincia de Cádiz los cursos que permiten a los guardas acceder al título profesional que otorga la Junta de Andalucía. Esto me ha llevado a tener un contacto muy directo con estos profesionales. Lo considero todo un lujo.

Muchos de ellos dejaron los estudios muy jóvenes y después de muchos años se vuelven a sentar en un pupitre a y a tener que leer libros. Nos podemos imaginar su reacción de asombro e inseguridad. Al poco tiempo, participan activamente de las clases y terminan con una importante autoestima además de ampliar sus conocimientos. Por mi parte, procuro mantener relación con muchos de ellos visitándolos en las fincas donde trabajan, e incorporando muchas de sus iniciativas profesionales al curso.

Además de los conocimientos que adquieren, en esos cursos se contribuye a eliminar leyendas incrustadas en el mundo rural que nada tienen que ver con la realidad pero que muchos asumen como normales porque es lo que siempre han escuchado. Por ejemplo, que un predador como el meloncillo se ha repoblado en el campo soltándolo desde helicópteros o que las codornices pasan de África a Europa navegando por el Estrecho levantando un ala que impulsa el viento.

Estos cursos también permiten realizar una importante labor de concienciación, sobre todo en el terreno de la conservación. Los guardas son los que están más en contacto con especies protegidas y creo que es importante que se impliquen en su conservación. Es casi una exigencia de nuestros tiempos. Este tipo de profesionales nunca habían recibido formación profesional específica hasta hace relativamente poco tiempo.

Un aspecto importante en este trabajo es el acompañamiento familiar. Aún son muy pocas las mujeres que eligen esta profesión, y resulta todo un reto que todos los componentes de la familia se encuentren a gusto y puedan desarrollarse en este ámbito.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios