crónica personal

Pilar Cernuda

Grecia y España

YA no es el país de islas paradisíacas en las que pasar unas vacaciones de película, ni tampoco el país en el que disfrutar de la historia y el arte de la Acrópolis, Delfos, Corinto, Olimpia o Meteora; Grecia se ha convertido en una pesadilla para Europa y por lo tanto para España. Los griegos llevan años penando las consecuencias de malos gobiernos -no es Papandreu el peor, heredó una situación insostenible- y ahora se encuentran en el ojo del huracán con el anuncio de un referéndum que, de primeras, ha provocado que la Unión Europea se plantee la ayuda económica a un país en quiebra y que no tendrá ni para pagar al funcionario de más bajo nivel si Bruselas no mantiene su oferta de acudir al rescate.

Grecia vive una convulsión sin precedentes desde que Papandreu tomó la decisión de pedir opinión a los ciudadanos sobre el plan de rescate propuesto por la UE, decisión que no consultó siquiera con sus ministros, mucho menos con las autoridades europeas. Las bolsas cayeron con estrépito en todo el mundo mientras los dirigentes de la UE se echaban las manos a la cabeza. En España, Zapatero se ha visto obligado a cambiar su agenda para encerrarse en Moncloa y preparar la cumbre del G-20 que se celebra hoy en Cannes, y que se centrará casi en exclusividad en el análisis de las consecuencias del referéndum griego. Rajoy, que ya dijo hace una semana que no estaba de acuerdo con el resultado de la última cumbre europea en la que se decidió la recapitalización de los bancos y ampliar el fondo de rescate, puede decir que estaba cargado de razón al expresar su disconformidad, pero si de verdad se ve ya como futuro presidente, la camisa no le debe llegar al cuerpo. Porque si la situación es insostenible para Grecia, desde luego no se ponen las cosas fáciles para España.

Pero hay algunos puntos que juegan a favor. El primero, que sabe la UE que España está decidida a asumir sus responsabilidades y hacer los planes de ajuste necesarios. En ese sentido ha sido importante la aprobación de la reforma constitucional que limitaba el techo de endeudamiento. Por otra parte, en Bruselas son conscientes de que es previsible un cambio de gobierno, y hace dieciséis años el del PP fue ejemplar a la hora de hacer los deberes que le permitieron, contra todo pronóstico, formar parte del euro desde el primer día en que se implantó la nueva moneda. La confianza es fundamental en estas ocasiones y si Grecia es un ejemplo de lo que no se debe hacer cuando Bruselas acude en socorro, Irlanda es ejemplo de los contrario: tras el rescate ha cumplido con las exigencias a las que le obligaba la UE.

Hace tiempo que personas destacadas de la política y de la empresa no arriendan la ganancia a Rajoy. Rajoy conoce esas opiniones y conoce también, perfectamente, con qué se va a encontrar.

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