Tierra de palabras

Gracias

No se escuchó ni un ruido de los miles de familiares que no pudieron despedirse de sus muertos

Acasi todo se termina uno acostumbrando, aunque exista un impulso ciego que te incite al abrazo o por el contrario al olvido como cuando sales de casa y cierras la puerta y te das cuenta de que dentro te dejaste la mascarilla.

A lo que uno no se termina de acostumbrar es a la clase política que parece empeñarse en no estar a la altura pudiendo ser esto motivo de continuas quejas. Porque es de justicia reconocer que ha sido la responsabilidad individual la que durante todo este tiempo ha lubricado el engranaje social y ha hecho que el país, aunque paralizado, se mueva. Hemos sido capaces de adaptarnos y no hemos dejado de buscar una actitud positiva ante esta situación que se alarga y que tanto nos ha cambiado la vida.

Pudiera parecer que los representantes políticos vienen a darnos lecciones, pero en la mayoría de las situaciones somos nosotros los que terminamos dándoselas a ellos.

No salió noticia alguna de que, en los hospitales, los profesionales sanitarios peleasen por intereses personales mientras una avalancha de población los necesitaba como vemos en la clase política a diario; todos a una sacaron esta gravísima situación adelante en el más absoluto anonimato. No se escuchó un ruido de los miles de familiares que no pudieron despedirse de sus muertos que, de una manera desmesurada, caían como chinches en las residencias de ancianos por falta de material preventivo mientras en las tribunas se faltaron el respeto unos a otros echando balones fuera, y en donde dije digo digo Diego, sin reconocer ninguna responsabilidad sobre la gestión realizada. Nada sabemos de las penurias de las familias que se quedaron sin nada, los que se han ido al paro, los que tuvieron que cerrar empresas, de la soledad de los ancianos, de la labor encomiable de los maestros desde sus casas, del nuevo oficio de padres maestros, de las ansiedades, de los miedos… Solo son números, estadísticas, sin tener en cuenta el peso humano que esas situaciones conlleva.

Todos podemos elegir cómo responder a una determinada situación; es ahí donde comienza la verdadera libertad. Los ciudadanos de a pie hemos hecho un ejercicio de adaptación brutal apoyados en una actitud positiva y constructiva para intentar mejorar nuestro entorno más cercano, haciendo que esta repercutiese en nuestro propio bienestar mental y el de la sociedad entera.

Gracias a todos los héroes anónimos que, a sus espaldas, en silencio y sin confrontaciones, llevaron y llevan esta gran carga.

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