Girad al centro, girad

A ver cómo se meten de nuevo en el armario a 2,7 millones de votantes de derechas, que se dice pronto

Debo al profesor Ricardo Calleja el dato histórico de que al brillante Bismarck le obsesionaba la idea de que Alemania no librase guerras en dos frentes. No siendo Jano, las perdería, como luego demostró la historia. Calleja refiere esta anécdota a la dificultad que tiene el PP para, además de enfrentarse al PSOE, competir con la derecha por la derecha y con el centro por el centro.

Aznar lo remedió librando la batalla por el centro y dejando la retaguardia en la inanición, seguro de que los de derechas le votaban por una ley física: la del efecto chupona del vacío político. ¿A quién iban a votar si no? Tras varios intentos fallidos, la aparición de Vox creó al PP un nuevo frente. ¿A qué voto apelar? Desoyendo a Bismarck y a Ricardo Calleja, intentaron librar la batalla en ambos frentes, contra Cs y contra Vox. Los días pares apelaban al centro y los impares plagiaban a Vox. No ha funcionado ni un día ni otro. Quizá fue la ley de Murphy: los votantes de Cs les escuchaban los días impares y los de Abascal los pares. Han perdido un millón cuatrocientos mil de votantes hacia el centro y un millón seiscientos mil hacia Vox.

Según las declaraciones de ayer de Pablo Casado, la fijación de Feijoó y el lema para las europeas: Centrados en tu futuro, han decidido centrar sus esfuerzos en el centro. Puede extrañar que prefieran dar la batalla donde han perdido menos, pero tienen esa querencia y, por otro lado, sospecho que creen que con los votantes de Vox les bastará con insultarlos y culpabilizarlos de la ley D'Hont para que regresen ipso facto al redil. Hacer una estrategia de tierra quemada por la derecha para enchufar el regadío en el centro.

Es una decisión legítima. Y en la sede de Vox estarán brindando para celebrarla. Porque en el centro-derecha, como su nombre indica, sólo pueden quedar dos partidos: el de centro y el de derecha. Y no puede haber dos partidos de centro y ninguno de derechas porque a ver cómo se meten de nuevo en el armario a dos millones setecientos mil votantes, que se dice pronto; y a los del PP que se hayan creído (¡los hay!) la recuperación de las esencias que ofrecía Casado, que ya se abandonan, dos días después. Si el PP decide rivalizar con Cs, da aire a Vox y le regala espacios hasta para limar algunas aristas. A Ciudadanos -como tiene ganada la posición y no parece que vaya a echarse a los brazos de Sánchez- tampoco se le ve inquieto.

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