Gibraltar es el problema

Es en el estatus de la colonia donde reside el mal, y el mal es resistente a toda clase de parcheos

Entre las tinieblas que el gobierno yanito ha creado a golpe de libra y de dádivas, alguna que otra voz se filtra de tarde en tarde. Pero, en todo lo que concierne a Gibraltar, la contaminación es de tal magnitud que ni siquiera se percibe la evidencia. Se miente y se difunden informaciones falsas para crear un ambiente como el que se crea en los relatos y películas cuando se quiere dar la impresión al espectador de que el delincuente es la víctima. Nada tan evidente como que lo que hace falta es actuar de modo que el Campo de Gibraltar, La Línea en concreto, no dependa en absoluto laboralmente del peñón. Sin embargo, parece como si la solución a los problemas de los trabajadores españoles del entorno, fuera proteger a la colonia de las amenazas que se derivan de su condición de territorio colonial sin capacidad para decidir su futuro. No deja de ser contradictorio que el argumento al que acude el Reino Unido en defensa del estatus de Gibraltar sea el respeto a la voluntad de los yanitos, estando éstos bajo la amenaza de dejar la Unión Europea contra su voluntad.

Muchos hemos conocido el páramo industrial que era el Campo de Gibraltar antes del cierre de la verja, en 1969. Léanse, los más jóvenes y los que siéndolo o no, padecen ignorancia adquirida o voluntaria, el ensayo "Gibraltar y su Campo: una economía deprimida" de Juan Velarde Fuertes (Ariel, Barcelona 1970). Naturalmente que el cierre tuvo los inevitables efectos nocivos que tales medidas provocan, pero se reaccionó contra esos efectos, se incentivó la creación de empresas, se pusieron las bases del espectacular desarrollo que se inició en los años setenta y se dio salida, indemnizando o proporcionando trabajo dentro o fuera de España, a todos los trabajadores que fueron afectados por el cierre. Claro que hubo emigración, pero la causa no fue el cierre sino la existencia de una dependencia consolidada durante años por la desidia de las autoridades, y por la ligereza de una economía sumergida criada en el chalaneo y habituada a la ilegalidad.

Gibraltar es el problema no la solución. Ésta pasa por establecer en la comarca y, más que nada, en La Línea, las condiciones que hagan posible la recuperación de la dignidad de las personas, ahora tan deteriorada. Con el paso a la colonia abierto de par en par, no hay nada que hacer. Es en el estatus de la colonia donde reside el mal, y el mal es resistente a toda clase de parcheos.

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