Gibraltar, ese pequeño problema

Movimientos aquí y allá se dirigen a convertir la colonia en el motor de una comarca a su imagen y semejanza

Con ocasión de un debate universitario sobre el Brexit, celebrado en Madrid, el ministro Alfonso Dastis se ha referido a Gibraltar como "un pequeño problema". No es la única vez que lo hace. Con la visión puesta en Europa y olvidándose de la realidad de la comarca, el asunto es para él menor en términos del Brexit. Aunque Dastis es de Jerez, me temo que Gibraltar le suena a un asunto entre otros en un paquete de mayor alcance. No puede ponerse en duda, por otra parte, su conocimiento de la Unión Europea, aunque sólo sea por la experiencia acumulada. No he podido evitar recordar "el pequeño Mónaco", como llamó a Gibraltar un antiguo senador socialista, pionero de la causa yanita, cuando anduvo animando a nuestros vecinos a proseguir en la tarea de hacer de la Bahía de los Catalanes y, en general, de la cara este del Peñón un paraíso turístico a unos cuantos metros de la Atunara. Aunque fuera a costa de las playas del levante linense. Ahora ya de lo que se trata es que los yanitos no pierdan un ápice de su estatus, caiga quien caiga. Las numerosas alusiones a la población española laboralmente dependiente de la colonia no son más que el recurso de la legión de deudos de este lado de la verja, para alegrar a los yanitos y agradecer las dádivas, prebendas y bendiciones que les llegan, de un modo u otro, de Convent Place.

Un reciente artículo de José María Carrascal en el diario ABC de Madrid (En busca del gran Gibraltar) se refiere a los movimientos que aquí y allá se dirigen a convertir la colonia en el motor de una comarca diseñada a su imagen y semejanza. Ayer, en la sede de la Universidad Menéndez y Pelayo de La Línea, se habrá puesto de manifiesto el coste fiscal del contrabando de tabaco, es una pena no haber aprovechado para estudiar la incidencia del narcotráfico y para abordar la elaboración de una base de datos que permita cuantificar en su verdadera magnitud, con un registro de las personas que trabajan en la colonia, la incidencia social y laboral de un eventual cierre de la verja. Al menos se daría la sensación de que lo que importa a nuestros próceres son los españoles. No vaya a ser que tenga razón un interlocutor que nos escribe, a propósito del artículo de Carrascal, para decirnos que "es casi seguro que España, para evitarse problemas políticos con el gran Gibraltar, permitirá que los delincuentes de la zona determinen tanto su agenda como su desarrollo".

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