Después de un largo proceso el Consejo de la Unión Europea ha aprobado el mandato negociador que debe conducir a un tratado con el Reino Unido en el que se defina el estatuto jurídico de Gibraltar en sus relaciones con la Unión Europea. Basado en la propuesta de directrices para la negociación que presentó la Comisión el pasado julio, el mandato negociador introduce un matiz extraordinariamente importante. Se trata del papel a desempeñar por la Agencia Europea de Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) asistiendo a España en el control de fronteras exteriores de Gibraltar en su puerto y aeropuerto en coherencia con el compromiso político asumido por España y el Reino Unido en el denominado Acuerdo de Nochevieja, principio de acuerdo sobre las relaciones futuras de Gibraltar con la UE después del Brexit.

Lo cierto es que el futuro tratado debe necesitar una verdadera obra de ingeniería jurídica al plantearse de forma imaginativa soluciones prácticas a los problemas reales mediante escenarios innovadores. Los planteamientos de las partes han sido enormemente ambiciosos al proponer la eliminación física de la Verja y, por tanto, los controles sobre personas y mercancías. Al estar el Reino Unido fuera del acervo Schengen (al que pertenecen otros Estados no miembros de la UE), Gibraltar, cuya política exterior depende del Reino Unido, no puede integrarse directamente en el sistema. Por ello, la aplicación de las normas Schengen debe ser competencia y responsabilidad de un Estado integrado, en este caso España. No obstante, en un contexto de controversias de alta sensibilidad, parece claramente comprensible la reticencia de Gibraltar a aceptar la presencia de miembros de las fuerzas de seguridad españolas en el interior de Gibraltar. Por todo ello, el papel de Frontex bajo responsabilidad española es una solución imaginativa enormemente práctica. Es de esperar que los negociadores acepten este planteamiento.

Desde mi punto de vista, el gran inconveniente es el incumplimiento por parte del Reino Unido de los términos de salida de la UE en relación con Irlanda del Norte. No se trata solo de inobservancia de lo acordado, sino la adopción de un tono desafiante y provocador tendente a la confrontación. Por todo ello, con estos antecedentes, es esperable cierta desconfianza europea en el proceso negociador que se inicia ahora.

No hay ninguna duda que estamos viviendo una oportunidad histórica que no han conocido otras generaciones para encontrar un encaje jurídico justo, equilibrado y armónico entre Gibraltar y la Unión Europea, esto es, España. El resto es mayúsculo y el camino que se inicia este mes de octubre de 2021, aunque lleno de dificultades, puede conducirnos a un resultado histórico.

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