Gibraltar y hasta Chiclana

Gibraltar es una república de bufetes instaladas en un territorio de gran actividad financiera y fiscalidad singular

El periodista isleño Francisco Sánchez Zambrano, publicó el pasado domingo en Europa Sur y en los demás periódicos del grupo Joly, un importante artículo sobre la "doble nacionalidad" de Rafael Román Guerrero, expresidente de la Diputación de Cádiz y friend de cuerpo y alma de los próceres yanitos. Sin embargo, la complicidad de estos con personalidades significativas del norte de la verja es algo de dominio público. Román, como su hermano José María, alcalde socialista del pueblo natal de ambos, Chiclana, están desde hace mucho a partir un piñón con el chief Fabian Picardo. De hecho, Chiclana está empezando a ser un enclave de referencia y dominio para los dirigentes de la colonia, que ya optan por esta ciudad como alternativa a Sotogrande o La Alcaidesa. Aunque con el valor añadido de que mientras en esos territorios de San Roque y La Línea hay un mayor peso residencial, en Chiclana se fragua una punta de lanza de la estrategia de la colonia al norte de la verja.

Conviene no pasar de largo ante el hecho de que en Sotogrande está instalada una oficina del bufete Hassans (hassans.es), fundado por Joshua (Salvador) Hassan en 1939, en la que trabajan jóvenes abogados y economistas españoles, pertenecientes a familias muy conocidas e influyentes de la comarca. Joshua Hassan, es el padre del nacionalismo gibraltareño y el instigador indirecto del cierre de la verja en 1969. Fue, además, el primer chief minister que tuvo la colonia. Fabian Picardo ha trabajado en ese bufete hasta su intervención en política, y su esposa Justine es socia de esta institución que recibió en el año 2020, cerca de millón y medio de libras del Gobierno de Gibraltar. En su estructura civil, Gibraltar es una república de bufetes instalada en un territorio de gran actividad financiera y de una fiscalidad singular, donde un colectivo humano sirve de cobertura estratégica, de escudo en fin, a una base naval que atiende la demanda de mantenimiento de submarinos de propulsión nuclear. Esa república es también la que alimenta la vida política en una democracia limitada por su carácter colonial. El pueblo gibraltareño dispone de un simulacro de constitución como consecuencia de un proceso manifiestamente ilegal, contrario a las leyes internacionales. Ese remedo de constitución no está reconocido ni por España ni por Naciones Unidas y forma parte de un escenario anómalo acomodado a los intereses militares del Reino Unido.

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