LA campaña electoral del 20-N entra en su semana final bajo la sombra del informe de perspectivas de la Comisión Europea que hizo público el jueves el vicepresidente Olli Rehn: el crecimiento económico se ha estancado y existe el riesgo de volver a entrar en recesión, lo que ocurre cuando se encadenan dos trimestres consecutivos de caída del Producto Interior Bruto. La Comisión se refiere a España en términos que no dejan lugar a la duda: la economía nacional se contraerá en este trimestre, el PIB crecerá un 0,7% durante el año 2012 -la tercera parte de las previsiones del Gobierno- y, en consecuencia, seguirá la destrucción de empleo. Por otro lado, Bruselas da por seguro que España no cumplirá los objetivos de reducción del déficit público que se había impuesto a requerimiento de la UE. Se superará en décimas el tope de déficit en el año en curso, pero la diferencia negativa entre ingresos y gastos de las administraciones públicas será considerable en 2012 y 2013, lo que podría dar lugar a un expediente comunitario contra España por déficit excesivo y, en cualquier caso, vulnera el compromiso del país con la estabilidad presupuestaria. En este contexto, el Gobierno que salga elegido el próximo domingo, sea el que sea, no va a tener más remedio que hacer frente de manera perentoria a esta situación. Ello implica la adopción de recortes en el gasto público, puesto que las revisiones fiscales que algunos candidatos han prometido no aumentarían los ingresos del Estado en la cuantía necesaria. En algunos medios se calcula que el desfase que va a generarse entre ingresos y gastos puede ser de 16.000 millones de euros en 2012 y de 25.000 millones en 2013, cifras que dan una idea de la profundidad de los ajustes que harán falta. Por encontrarse el país sumergido en una campaña electoral, los dos candidatos a la Presidencia tratan por todos los medios de no decirles a los ciudadanos que harán esos recortes y, mucho menos, en qué partidas los van a imponer, porque su indudable coste social les podría perjudicar electoralmente. Al contrario, según lo que han prometido, Rubalcaba pelearía por que Europa fuera más flexible desde el punto de vista temporal en las exigencias sobre el déficit, mientras que Rajoy ya se ha comprometido a descongelar las pensiones a partid del 1 de enero. Los españoles, en cualquier caso, son conscientes de la gravedad de la situación y de la necesidad de sacrificios y, desde luego, no comulgan con ruedas de molino ni se hacen ilusiones sobre lo que les espera, gane quien gane. Pero sería necesario que no intentaran engañarlos.

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