Nueva reunión del G-20, con Merkel como anfitriona, para cambiar impresiones sobre los problemas económicos, políticos y sociales que preocupan al mundo.

Coincide la reunión con la noticia de que Macron ha invitado a Trump a asistir a los actos con los que los franceses conmemoran su fiesta nacional, buena oportunidad para que limen asperezas y que Trump comprenda que la buena política internacional es fundamental para defender los intereses de su país. Mejor iría a sus ciudadanos si Trump no mantuviera unas relaciones tan tensas con los dirigentes más influyentes del mundo y, por supuesto, si defendiera los acuerdos que firmó su antecesor Obama en la cumbre de París sobre el cambio climático. Abominar de quienes preceden a uno en un cargo sólo trae consecuencias negativas.

Se celebra la reunión del G-20 precisamente cuando el Congreso español da luz verde al CETA con la abstención del PSOE. El CETA, un acuerdo comercial con Canadá, negociado hasta la extenuación por las autoridades de Bruselas, incluidas las españolas, para que su firma favorezca los intereses de los europeos y canadienses, lo que motivó que los socialistas aprobaran inicialmente ese texto … hasta que Pedro Sánchez logró nuevamente la secretaría general y decidió que los suyos no lo respaldarían. Recibió consideraciones de dirigentes europeos importantes, entre ellos Moscovici, que le recordó que los acuerdos hay que cumplirlos. Sánchez dio un paso atrás y se inclinó por la abstención que ayer jueves mantuvieron los diputados socialistas. Una postura que recordarán en el futuro sus socios europeos, que ya las tuvieron tiesas con el líder socialista español cuando se negó a apoyar a Juncker como presidente de la Comisión a pesar del pacto alcanzado.

No comienza Sánchez con buen pie su nueva etapa. La política internacional, como se demuestra cada día, como saben los miembros del G-20, no es una cuestión menor, sino todo lo contrario. Ningún país tiene futuro en solitario, y menos todavía si, formando parte de una comunidad, no respeta la palabra dada.

Dicen los socialistas españoles que el CETA es un buen acuerdo, pero que con este gesto de rechazo pretenden advertir a sus socios internacionales que no van a aceptar todo lo que se pacte en el futuro. Nadie les ha pedido que lo hagan, sino que colaboren para que esos nuevos y futuros pactos sean para mejor. Las explicaciones no convencen: un partido con vocación de gobierno tiene que tomar decisiones. Abstenerse es cosa de quienes no tienen proyecto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios