La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Franco vuelve a la Plaza de Oriente

A lo mejor, mira por dónde, Sánchez logra que Franco vuelva al ladito de su balcón de la Plaza de Oriente

Los vampiros surgen de la tumba para hacer prosélitos alimentando su no vida con la sangre de los vivos hasta convertirlos, además de en otros vampiros, en sus esclavos. Lo sabe cualquier frecuentador de Polidori, Stoker, Gautier, Le Fanu, Matheson, Rice o las películas de la Universal y la Hammer. Desgraciadamente, Sánchez parece no haber leído estas historias ni visto estas películas. Por lo que ignora que al convertirse en el desenterrador de Franco le ha dado vida al difunto dictador como si fuera -por decirlo a lo Bram Stoker- un tonto Jonathan Harker buscándole al vampiro alojamiento fuera de la Transilvania que es el Valle de los Caídos.

Porque ahora resulta que si la exhumación se llevara a cabo la familia de Franco desearía enterrarlo en la cripta de la catedral de la Almudena, escenario idóneo -neogótico, neoescurialense, neobarroco y todos los neos que quieran echársele- para este cuento gótico. Y al pelotón de los torpes que es este Gobierno le preocupa que tan accesible y céntrica ubicación se convierta en centro de peregrinación de franquistas. Se equivoca en lo segundo porque pocos franquistas quedan. Pero no en lo primero: podría convertirse en un centro de atracción de unos pocos neofascistas, muchos majaras y muchísimos frikis del llamado turismo negro haciéndose selfies ante la tumba. Así Sánchez, además de Harker, sería también el loco Renfield comiendo moscas mientras espera la venida de "su señor".

A la pobre Iglesia le han echado el muerto encima, literalmente. El circo podría estar servido. Imagínense, de cumplirse lo aprobado por el Congreso el pasado 13 de septiembre, el numerito de la apertura de la tumba, el traslado del cadáver, su sepelio en la Almudena y lo que le seguirá. El peligro no es resucitar el franquismo, cosa imposible porque el franquismo era Franco y murió con él. No es comparable al comunismo o al fascismo que sobrevivieron a Stalin y a Mussolini. Fue una dictadura integrista, premoderna y antimoderna, de espadón, cuartelazo y sacristía. El peligro es convertirlo en atracción para frikis dando actualidad a quien no la tenía, sepultado en su remoto panteón como sepultado quedó su régimen entre 1977 y 1982. Si lo que se quería evitar es que su actual tumba fuera un homenaje al dictador, se han equivocado. Está claro. A lo mejor, mira por dónde, Sánchez logra que Franco vuelva al ladito de su balcón de la Plaza de Oriente.

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