Hay personajes excepcionales que consiguieron grandes logros, como hacernos mejores en algún aspecto de nuestra vida. Hace poco he leído un libro de casi 600 páginas sobre uno de estos personajes: Félix Rodriguez de la Fuente.

Se cría en un pequeño pueblo de Burgos en estrecho contacto con el mundo rural. Desde muy joven se quiso dedicar profesionalmente a la naturaleza, algo que en aquella época era muy novedoso. Su padre, notario, no veía claro que ese futuro fuese lo mejor para su hijo, por lo que le pidió que estudiara una carrera. Félix, por agradar a su padre, estudió medicina, y cuando terminó empezó a trabajar con un odontólogo de Madrid amigo de su padre. Pero su pasión por la naturaleza no disminuía y le dedicaba el tiempo que podía.

Al fallecer su padre, se volcó plenamente en su pasión: El estudio y defensa de la naturaleza. No lo tuvo fácil. La mentalidad de aquella época en el mundo rural y en el ámbito gubernamental iba en sentido opuesto al actual. Justo en el año 1953, cuando él empezaba su labor, desde el Gobierno se crean las Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos. O sea, se promocionaba y se pagaba la eliminación de las especies que hoy consideramos emblemáticas en nuestro medio: linces, águilas, osos, lobos, etc.

Además, cuando empezó a destacar, no disfrutó de las facilidades que cabría esperar de técnicos de la administración, movidos quizás por envidiejas. Sin embargo, según nos cuenta el autor, su actitud fue siempre positiva, no criticaba a nadie y procuraba entender las posturas distintas a la suya. Lo que hacía que consiguiese sus objetivos era un absoluto convencimiento en lo que creía y su fortaleza para alcanzarlos.

Supo usar los medios idóneos para que su mensaje llegase lejos: medios de comunicación y apoyos de técnicos de prestigio, españoles y extranjeros. Esto último especialmente importante en aquella época de cierto aislamiento internacional.

Y, por si fuera poco, supo compaginar su obra de divulgación científica con la dedicación a la juventud, mediante la promoción de campamentos, publicaciones, etc. Siempre tuvo claro que en primer lugar estaban su mujer y a sus hijas, a las que también dedicó todo el tiempo que le fue posible.

La conclusión que extraigo de esta lectura es que Félix creó en todo el país una mentalidad conservacionista y de amor por la naturaleza inexistente hasta ese momento, y justo cuando el mundo rural se estaba despoblando hasta la situación actual en la que más del 80% de los ciudadanos viven en grandes ciudades. Aquellas generaciones disfrutamos mucho de sus excelentes programas y sobre todo descubrimos un mundo cercano pero desconocido que hoy valoramos de modo muy distinto a como se hacía antes de Félix Rodríguez de la Fuente.

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