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José Antonio Carrizosa Ismael Yebra

Felipe y la historiaNuevo viaje a Las Hurdes

La ofensiva contra Felipe González tiene que ver más con las miserias de la política que con el juicio de la Historia El denominado Tercer Mundo permanece a escasos metros de nuestro domicilio

Algún día lo dirán los libros de Historia: los casi catorce años de gobierno de Felipe González fueron los mejores en muchas décadas en cuanto a estabilidad social y económica del país. En ellos, además, España logró su plena incorporación a Europa tras estar durante dos siglos postergada y fuera de cualquier centro de decisión internacional. Si los libros no lo dicen todavía es por el afán cainita, revanchista y revisionista de una clase política que le ha cogido especial gusto a destripar lo que pasó hace veinte, sesenta u ochenta años para sacarlo de contexto, lanzárselo a la cabeza al adversario y si hace falta a los enemigos internos, que son los que hacen más daños.

Eso es lo que le está pasando a Felipe González en las últimas semanas a cuenta de un papelito desclasificado por la CIA en la que un espía de tercera hacía un resumen de lo que a mediados de la década de los ochenta publicaban los periódicos de Madrid sobre qué y quién podía estar detrás de la guerra sucia contra ETA, que en aquellos años de plomo despuntaba. Para cualquiera que haya estudiado algo el fenómeno terrorista en España es evidente que los GAL nacieron cómo nacieron y que fueron el error más grave en la lucha contra la banda separatista vasca, a la que dio años de gasolina y un halo de legitimidad social que costó muchísimo sufrimiento desmontar.

Sobre el grado de implicación de los aparatos del Estado y sobre la participación del entonces presidente se ha escrito mucho y los tribunales depuraron en su momento responsabilidades que dieron en la cárcel con todo un ministro del Interior. La operación de ahora tiene mucho más que ver con las miserias políticas del día a día que con la justicia histórica. González se ha convertido en uno de los fustigadores más potentes del Gobierno de coalición y está recibiendo ataques que provienen de las propias filas de su partido y de sus actuales aliados.

El PSOE está ahora mucho más cerca de lo que representó Zapatero que de lo que supuso González. Lo demostró ayer Pedro Sánchez en la meliflua defensa que hizo en el Congreso de la figura de su antecesor en la Moncloa ante una pregunta cargada de resentemiento -como tantas de las suyas- de su aliado de investidura Gabriel Rufián. Lo que supuso para España Zapatero y lo que está suponiendo Pedro Sánchez es algo que también pasará a los libros de Historia. Y ese juicio acaba siendo inapelable.

FELIPE VI, en un momento en el que la imagen de la institución monárquica se encuentra en el lugar más delicado desde su restauración en 1978, recorrerá las diversas autonomías españolas con objeto de acercarse a los ciudadanos e intentar así elevar en lo posible, la baja estima que muchos parecen sentir por la imagen del rey y la familia real. Los claros servicios que los reyes prestaron para la instauración de la democracia tras la dictadura, forman ya parte del pasado y el pueblo, como siempre ha ocurrido, suele ser olvidadizo y su favor hay que ganárselo día a día. Que se lo pregunten si no, a los que ejercieron tareas de poder años atrás, que ven continuamente cómo son alcanzados por ataques de revisionismo que poco ayudan a mantener la imagen idílica que suponían iba a quedar en los libros de Historia, fruto del dulzor que en la memoria suele dejar el paso del tiempo.

En su visita a Andalucía, la Casa Real ha comunicado que se incluirá el denominado Polígono Sur de Sevilla, en el que se encuentran los barrios reconocidos como más pobres de España. Por asociación de ideas me viene a la memoria la visita que en 1922, realizó Alfonso XII a la comarca cacereña de Las Hurdes. Ha pasado casi un siglo y las imágenes que grabó Luis Buñuel y los textos que escribió el Dr. Marañón, se vuelven a hacer presentes en estos barrios sevillanos que siguen siendo tierras sin pan, como las denominó Buñuel, en un estado deplorable desde el punto de vista sanitario, lleno de miseria y analfabetismo, como recogió Marañón en su informe.

Lo mismo que dicen de Teruel, esta Andalucía también existe. Junto a la imagen folclórica que difunden los estereotipos de las agencias turísticas en las que solo figuran el sol, los monumentos artísticos y una rica gastronomía, convive esa otra Andalucía cuya imagen se oculta y de la que resultan ajenos, no solo el resto de los españoles, sino muchos de los propios andaluces. El denominado Tercer Mundo, sigue presente en Andalucía al cabo de que lo denunciara Antonio Burgos en una obra con fecha de publicación de 1974. De ello han pasado ya casi cincuenta años, la democracia lleva implantada en España desde 1978 y el denominado Tercer Mundo permanece a escasos metros de nuestro domicilio. Si la visita de Felipe VI sirve para tomar conciencia de ello, bienvenida sea. Si no, será una nueva oportunidad perdida. Otra más.

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