Desde mi pupitre

Fauna política prehistórica

Aragonés, un tipo de aspecto aseado, lejano de las burdas formas del incendiario Torra, promete autodeterminación

El endiablado laberinto del proceso catalán emerge de entre las brumas del desolado panorama de la pandemia. Tras meses de espera para que los representantes de la mitad de los catalanes decidiesen cuánto iba a controlar el señor Puigdemont al gobierno de la Generalitat, ya hay nuevo President. Punto y seguido en una ineficiente gestión autonómica, que, en pocos años, ha ido apagando uno de los faros de la cultura, la prosperidad y el sueño de Europa de nuestro país: Cataluña. Ahora, el conflicto catalán recupera actualidad con la intención del Gobierno de España de reenfocarlo mediante indultos a los presos de Lladoners.

El señor Aragonés, un tipo de aspecto aseado, lejano de las burdas formas del incendiario Torra, promete autodeterminación y amnistía, lo que no está en su mano, pero alimenta el juego de pasiones propio del caso. Y exige la excarcelación de sus "presos políticos". En un curioso diálogo de besugos, el Gobierno se hace el sueco en lo de los "presos políticos" para no molestar al otro, y el longuis en lo de la amnistía, pues el indulto sí comporta antecedentes penales para el delincuente.

El asunto es complejo. Sus detractores argumentan que no se ha producido arrepentimiento de los condenados -lo que no es impedimento legal, aunque seguramente sí ético, para su concesión- y que genera un amplio rechazo social. Y prometen reincidir.

Aquellos ilusos sueños de la Transición de una España autonómica diversa, solidaria y complementaria, se fueron desvaneciendo. Los discursos patrióticos y victimistas, excluyentes de lo español como síntesis de la opresión franquista que ahora debía justificarlo todo, nos hizo despertar del ensueño. ¿No conocen Vds. aquel fantástico mural titulado "Gran fauna prehistórica dels Països Catalans", de la Fundació Catalunya Caixa? No se lo pierdan.

Total, que décadas de deslealtad hacia el resto de los españoles desde los gobiernos de la Generalidad han dejado claro que lo que, desde tiempos de Primo de Rivera, se denominó "separatismo" en vez de regionalismo o nacionalismo, tenía fundamento. Lo que no se arregla con indultos ni amnistías, porque el nacionalismo es un asunto esencialmente de sentimiento, no de razón. Por lo que cada cual quiere lo que quiere querer. Y jamás se sentirá satisfecho con ninguna concesión, ningún arreglo, ningún acuerdo que no sea el de la independencia. Aunque haya referéndum pactado y lo pierda una y otra vez.

Aquí se ha indultado a golpistas, terroristas y prevaricadores, con sus polvaredas correspondientes. ¿Servirán los del procés para que el independentismo deje de crecer y reenfocar con fórmulas imaginativas y constitucionales el fangoso escenario catalán creado por los errores de PP y PSOE? Pedro Sánchez se muestra valiente, si no temerario.

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