Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Fango o acuerdo

El piensa globalmente y actúa localmente ha mutado en el piensa locamente y ejerce influencia desde esa posición

Pensábamos que el problema era el coronavirus y sus víctimas, los casi 28.000 muertos oficiales a causa de la pandemia y las 238.000 personas infectadas, además de quienes seguimos con riesgo de contagio, es decir, el conjunto de la población. Pero va a ser que no a tenor de las intervenciones públicas de algunos de nuestros representantes políticos, una minoría vociferante y faltona que se desenvuelve mejor en el fangal de los insultos que en el intercambio de ideas y argumentos. Intervenciones como las vistas en el Congreso a Cayetana Álvarez de Toledo, acusando de terrorista al padre de Pablo Iglesias, o como la de este último, llamando golpistas a los miembros de Vox, retratan a la perfección a los autores de esos calificativos. Ambos son los últimos de la lista, pero no los únicos porque la colección de descalificaciones de brocha gorda es amplia.

Las buenas intenciones expresadas al comienzo de la pandemia, cuando casi todos los partidos cerraron filas con el Gobierno para declarar el estado de alarma y decretar el confinamiento de la población, han dado paso a un estado de agitación artificioso que, afortunadamente no se palpa en la calle. Por mucho que la mala baba corra por las redes sociales o que cuatro cayetanos hayan descubierto algo tarde la libertad de manifestarse, la voluntad colectiva que no sale a la calle (el outsight) está pidiendo a voces un acuerdo de Estado para hacer frente a una crisis sanitaria, económica y social brutal que, hay que insistir, ha dejado a muchas familias con una mano delante y otra atrás de un día para otro. Que se lo digan a los miles de trabajadores dependientes de las fábricas de Nissan, en Barcelona, o de Alcoa, en Lugo, a las que el coronavirus ha dado la puntilla. Seamos conscientes, además, de que los expertos en virología advierten que vendrán otras pandemias para las que conviene estar preparados, no metidos en peleas de telediario, y de que España no puede depender más de las extorsiones nacionalistas que históricamente han ayudado a dibujar un mapa en el que la brecha norte-sur se acrecienta cada vez más.

La teoría del piensa globalmente y actúa localmente hace tiempo que mutó en el piensa localmente y ejerce influencia desde esa posición, pensando en grande, pero actuando en lo pequeño de acuerdo a las necesidades más cercanas. ¿Esperar a recibir directrices o beneplácitos? Pensemos en la última vez que un líder político nacional o andaluz -o hasta provincial- ha hecho alusión a la Algeciras-Bobadilla, al desdoble de la N-340 o al impacto del Brexit en el Campo de Gibraltar... Quizá por eso pueden ser tan útiles las comisiones que se han creado en algunos ayuntamientos -como el de Algeciras, a iniciativa de PP y PSOE- para analizar una situación tan anómala como la presente desde diversas perspectivas y con vocación e intención real de aplicar las recetas. Como suele decir un buen amigo, la historia nunca la escribieron los cobardes.

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