LA rauda tramitación de la petición de Carta Económica Especial para La Línea en plena campaña electoral, impulsada por el PSOE y sus socios de gobernabilidad, ha roto el mayor argumento que podía sustentar este tratamiento extraordinario: la unidad de todas las fuerzas políticas con representación en el Ayuntamiento.

No hay duda de que la alcaldesa Gemma Araujo ha preferido crear expectativas electorales y llenarse la boca de vacías grandilocuencias que sembrar para recoger un fruto real en el tiempo adecuado de cosecha: cuando las Cortes Generales estén renovadas y haya un nuevo Ejecutivo capaz de promover los cambios legislativos pertinentes para que esa aportación singular llegue a La Línea.

Y la mejor prueba es la argumentación que ahora esgrime la munícipe para sustentar otra petición, ésta a la Junta de Andalucía, para obtener los ingresos que, por falta de credibilidad en su gestión, le niegan los bancos.

Partiendo de un único dato cierto, que en La Línea y en Marbella gobernó el GIL, la alcaldesa ha construido un falso paralelismo con el emblema de la Costa del Sol.

Es cierto que Marbella tuvo una ayuda extraordinaria del Gobierno andaluz, pero no en función de que los ciudadanos -que parece que lo olvida- situasen en el poder a unas determinadas siglas. No. En Marbella se disolvió el Ayuntamiento y se nombró una gestora, que fue quien recibió el crédito extraordinario, porque el gobierno corrupto fue detenido y encarcelado o se dio a la fuga. Un gobierno formado no sólo por gilistas, sino también por ediles que obtuvieron el acta en las candidaturas del PSOE y del PA, que también se dejaron corromper por el dinero sucio. Así, el Ayuntamiento quedó descabezado, sin más ediles que los de la oposición, los del PP, que pocos meses después lograron la mayoría absoluta y gobiernan desde entonces.

Nada de eso ha ocurrido en La Línea, por más que haya ediles del GIL que la justicia ha probado que delinquieron. Nunca ha habido vacío de poder ni condiciones para una gestora. Sólo una gestión desastrosa que ha llevado a La Línea a la ruina, y además ya bajo las siglas del PP, que engulló al GIL. Araujo olvida además que prometió que tenía la solución y, sin ganar, en cinco meses de gobierno sólo ha demostrado su incapacidad para cumplir.

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