Extranjero sí, andaluz no

A cada andaluz le permiten unas cosas u otras según donde esté empadronado por sus confines perimetrales

Comienza una Semana Santa la mar de rara. En otros tiempos, cuando los virus circulaban sin corona y sin mascarillas, se estableció una distinción entre las procesiones y las playas. Unos iban a ver procesiones y otros a las playas. Excepto en las ciudades marítimas, como Cádiz, Málaga o Huelva, donde era posible ir a la playa por las mañanas y a las procesiones por las tardes. En Sevilla o en Córdoba se quedaban o se iban. Todo eso ya resulta anecdótico, porque se ha perdido la libertad de elección. Volverán las saetas carceleras. La suerte de la europea la andaluza la desea. A eso llama María Jesús Montero reciprocidad: a que la andaluza y el andaluz parece que no son de Europa. Y así la andaluza no puede hacer lo mismo que la alemana, ni la francesa, chúpate esa.

El asunto de la discriminación turismófoba ha llegado al Congreso, donde casi todos estaban de acuerdo. Los de Vox y los de Bildu dijeron lo mismo: que no se entiende. Frankenstein se quiere ir de vacaciones, como si fuera francés o alemán. Pero si Frankenstein es de Alcalá de los Gazules (Cádiz) no puede viajar a la Semana Santa de Sevilla. Ni a la de Málaga. Ni bañarse en la playa de Fuengirola o en la de Punta Umbría. Le queda el consuelo de practicar kitesurf en Tarifa o visitar las iglesias en Jerez de la Frontera. A cada andaluz le permiten unas cosas u otras, según donde esté empadronado por sus confines perimetrales.

En el telediario de TVE pusieron un ejemplo: ¿Podemos viajar de Sevilla a Valencia? Respuesta: No. ¿Podemos viajar de Berlín a Valencia? Respuesta: Sí. ¿Podemos viajar de Sevilla a Berlín? Respuesta: Sí. Se llega a la conclusión de que en España le permiten a un berlinés lo que se le prohíbe al sevillano. Sin embargo, si el sevillano es listo podría viajar a Valencia, con escala en Berlín. Es cuestión de buscar la trampita. Y también dijeron que viajar a Palma de Mallorca desde Alemania es seguro, porque ahora los controles de las PCR son obligatorios, y no aleatorios, como sucedía, a mayor gloria de todas las cepas, que se sepa.

Y esa es la clave: estamos en un país aleatorio para todo, para los controles, para los viajes, para las cepas… Decían los franceses que vienen a España a divertirse, porque en su país no los dejan. Aquí tenemos fama: pan y circo. Y reciprocidad, como dice María Jesús Montero. Al menos, este año permitirán que Jesús el Rico libere a tres pobres presos en Málaga. Un recuerdo de cuando salían procesiones y se podía viajar. Eran otros tiempos y no había cepas.

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