Expectativas

Por primera vez en muchos años, los españoles han vuelto a creer que existen expectativas

En esta última semana se ha convertido en la palabra talismán. Reina en la prensa y se repite en las conversaciones como si fuera la clave que mejor pudiese dar cuenta del nuevo estado de ánimo que embarga a una mayoría de españoles. Para calificar la situación creada con los recientes nombramientos ministeriales, lo previsible en las opiniones favorables hubiera sido recurrir a términos comunes y socorridos, tales como ilusión, confianza, esperanza. Sin embargo, se ha impuesto la palabra "expectativa", a la hora de calificar al nuevo Gobierno. Una elección terminológica que, hay que reconocer, más precisa y de mayor calado conceptual. Como si la sorpresa ante lo inesperado hubiese obligado, a los que dictaminan, a una mayor reflexión. Porque este listado de nombres podía haber sido puntuado y despachado simplemente como esperanzador, pero se ha preferido decir que abre "un horizonte de expectativas", lo cual supone tanto como confesar la existencia de un gran desconcierto ante el posible cumplimiento de unas aspiraciones que parecían cada vez más lejanas.

Un historiador alemán contemporáneo, Reinhart Koselleck, que afinó mucho en la terminología conceptual, dedicó unas páginas reveladoras a explicar esos momentos históricos en los que se impone "un horizonte de expectativas". Frente a un periodo que despierta meramente ilusiones y esperanzas (pero impulsadas por otros), el horizonte de expectativas empieza a movilizarse cuando la gente y la opinión pública lo viven como una experiencia, en la que participan como labor propia. Puede que lo que está sucediendo no sea sólo la bienvenida a unos nombres ministeriales válidos (cosa que ya de por sí está muy bien). Puede que se trate también de la floración entusiasta de un deseo, oculto muchos años en sucesivos agujeros negros, y que de forma inesperada, parece cobrar posibilidad y vida. Ojalá ese Gabinete gubernativo de egos tan capacitados sepan coordinarse y trabajar en equipo. Ése es un gran reto: mostrar que sensibilidades dispares pueden remar de manera conjunta. Cuando menos, de momento ya han logrado un objetivo. Por primera vez en muchos años, los españoles han vuelto a creer que existen expectativas, que, en parte, ellos han creado con el aplauso y el calor de su opinión. Y, además, lo quieren vivir, paso a paso, como aquel tipo de experiencias históricas que Koselleck recomendaba leer.

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