Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Éxitos y deméritos

El diputado, lejos de haber logrado moverle la silla al coronel, le ha atornillado en el puesto

La Policía Nacional de La Línea ha descabezado esta semana el principal grupo de narcotraficantes de hachís y contrabandistas de tabaco del Campo de Gibraltar, los Castañitas, con la detención de Isco Tejón. En junio pasado ya capturó a su hermano Antonio, así como a uno de los lugartenientes de ambos, Samuel Crespo, famoso por haber protagonizado en febrero una fuga del viejo hospital de La Línea mientras estaba detenido.

Ha habido, afortunadamente, un cambio de rumbo. Durante mucho tiempo, el anterior Gobierno mantuvo aparcados los problemas de seguridad existentes en la comarca bajo el argumento de que sus índices de criminalidad estaban por debajo de la media, una estadística que tan solo respondía a que los delincuentes comunes no necesitaban robar a mano armada o asaltar una vivienda porque les bastaba con transportar fardos de droga en una playa para ganar en un noche lo que un asalariado ingresa tras un mes de trabajo. Si lo recuerdan, eran tiempos en los que los responsables del Ministerio del Interior aludían a la existencia de "incidentes aislados" para referirse a los ataques que sufrían los policías, guardias civiles o miembros de Vigilancia Aduanera cuando sus vehículos o embarcaciones eran embestidos por los narcos, cada vez más peligrosos y violentos tras la entrada en el negocio de familias deseosas de abrirse un hueco.

Manifestaciones populares de protesta como la celebrada en La Línea el pasado 27 de febrero y las demandas de sindicatos, actores políticos y medios de comunicación forzaron medidas que reforzaron de forma muy considerable los recursos materiales y humanos en el ámbito de la seguridad. Los resultados no tardaron en llegar con un alza muy considerable de la droga y el tabaco ilegal incautados, aunque sin duda alguna siguen siendo necesarios más recursos y reformas normativas, como la prohibición de navegación de las planeadoras o el aumento de penas para aquellos que ataquen a los agentes.

Nunca serán suficientes los reconocimientos que se dediquen a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado por la lucha diaria que mantienen contra las organizaciones criminales que operan en la comarca. Solo ellos saben de los sinsabores que comporta enfrentarse a grupos que aglutinan a miles de personas que han convertido el delito en su modus vivendi.

En este contexto, han sido especialmente desafortunadas las manifestaciones realizadas en el Congreso por el diputado por Cádiz Juan Antonio Delgado, de Unidos Podemos, al poner en duda a base de vagas conjeturas la gestión del coronel Jesús Núñez al frente de la Comandancia de la Guardia Civil en el Campo de Gibraltar. Hay formas del juego político fuera de lugar, que chirrían cuando se emplean contra terceros ajenos a esa dialéctica. Su señoría metió la pata al cuestionar a Núñez sin una base, sin aportar prueba documental alguna. "Al parecer", dijo a modo de chascarrillo, el coronel tiene muchos quehaceres impropios de su cargo, como "escribir libros". He ahí el cuerpo del delito.

Olvidó Delgado, guardia civil en excedencia, mencionar en ese momento que Núñez fue designado por sus superiores hace años como instructor de varios expedientes disciplinarios abiertos en su contra. El diputado debe saber que, lejos haber logrado moverle la silla al coronel, lo que ha conseguido más bien es atornillarle en el puesto.

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