Visto el documental sobre el intento de asalto a la valla de Melilla del 24 de junio llama la atención la explicación que un alto mando de la Guardia Civil ofrece para ilustrar, en una maqueta 3D, la probabilidad de que en suelo español muriesen refugiados: "Es probable que haya uno aquí (señala la parte nacional) y es más probable que haya casi todo ahí (refiriéndose la zona marroquí). Puede haber alguno que tenga una mitad del cuerpo en cada lado. Claro, cuando a un país lo separa una línea… Una persona ocupa más que una línea".
Qué maravillosa es la geometría. Qué razón tiene Grande-Marlaska cuando dice que en suelo español nadie murió ese día. Señor ministro, puede estar usted tranquilo: los migrantes perecieron en tierra de nadie, atravesados en una línea recta perfecta. La parte inferior de sus cuerpos dejó de convulsionar en el país vecino; la cara morada y venosa por la asfixia y los ojos enrojecidos y llorosos por los gases lacrimógenos reventaron en Melilla.
No debería preocuparse, señor, porque a ningún país se le ha atribuido ni podrá atribuírsele jamás la mitad de un muerto. Refúgiese y apóyese en los trabajos de Euclides, Arquímedes o Apolonio. Dé gracias a la geometría. Los migrantes y refugiados, cuyas vidas se basan en tratar de cruzar fronteras y concertinas, están, al fin y al cabo, arriesgándose a morir justo cuando van a conseguir su objetivo. En ello, una línea es la que marca la asunción de responsabilidades.
En el documental Antonio Machado. Los días azules, cuando los entrevistados debaten sobre si el poeta debería estar enterrado en España y no en Colliure, Antonio Muñoz Molina cita un verso hermoso del ilustre sevillano: "Solo la tierra en la que se muere es nuestra". Los refugiados que perecen en una frontera lo hacen en un limbo. Sus cuerpos están destinados a salvaguardarse en lugares pestilentes y repulsivos como, por ejemplo, la basura, y sus almas apátridas quedan inexorablemente condenadas a desaparecer en lugares ignotos, fuera de toda jurisprudencia nacional.
Estese tranquilo, señor Marlaska, tiene usted razón. La investigación llevada a cabo por los medios de comunicación es pura "especulación periodística", mis camaradas son sagaces y pérfidos, de la misma manera que los jueces -usted pertenece al gremio-, machistas. Al fin su señoría, junto a sus compañeros de Gobierno, han tenido el valor para desenmascararnos: somos monstruos que utilizan la desgracia ajena para conseguir, a nuestro antojo, el derrocamiento de gobiernos. Cite a Euclides y básese en la ciencia, que es empírica y exacta. Gobierne tirando líneas como si de un fuera de juego se tratase. Huya de la humanidad, que es, al fin y al cabo, volátil, débil y poco fiable.
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