Tengo dicho a mis amigos y ustedes lo son, que si alguna vez me pierdo en verano, me busquen en Tarifa, mi particular paraíso, mi arboleda reencontrada. La mar, ha sido siempre una de mis constantes vitales. En momentos decisivos de mi vida, siempre tuve en cuenta la cercanía al mar. No hay mejor arrullo para dormir, quitando el de tu propia madre, que el sonido de las olas yendo y viniendo incansablemente. Me gusta pensar que ese mismo vaivén, fue el que contempló Ulises, camino de su Ítaca. Para mí el verano es, fundamentalmente, la playa. No recuerdo ningún día que haya vuelto de la playa, sin bañarme. De todos los momentos playeros ,el que más disfruto, es esa hora al atardecer, con el sol muy bajo, en que las personas que caminan por la orilla, se convierten tan sólo en siluetas recortadas por un fondo de colores rojizos y malvas. Es ese punto del ocaso, en el que la Playa de Los Lances saca a relucir todos sus encantos y te enamora para siempre. En los chiringuitos, los jóvenes aguardan la puesta de sol, entre canciones de flamenquito "apaleao" y cuando llega el momento, aplauden extasiados, con los madrileños y otras especies invasoras. Y hablando de especies presuntamente invasoras, vaya veranito nos están dando unas algas que traen a los bañistas y a los pescadores de Conil y Barbate, por la calle de la amargura. He utilizado la presunción porque, según parece no pueden declararse oficialmente invasoras y con ello tomar medidas para su erradicación, hasta dentro de un año de estudios y comisiones. Nosotros, legos en Biología Marina, sólo sabemos que están permanentemente presentes en nuestras costas y que con los temporales, ya no salen a la orilla, los tipos de alga habituales. No parece que el asunto preocupe a nuestros políticos. Como a Doñana no ha llegado todavía….Otra incomodidad nos la ha propinado, la concejala de playas de Tarifa. En un alarde populista, ha decidido, este año, alargar las pasarelas de madera, de acceso a Los Lances, en las zonas donde hay mayor número de votantes, quitándoselas a los usuarios de la zona de la urbanizaciones. Una moderna versión de desnudar a un santo para vestir a otro. Así las personas mayores, tienen que atravesar la zona de dunas, donde la arena es más pesada, sudando la gota gorda. La solución es muy sencilla: quitar un par de metros a las más largas, para restituir la que había. El probo funcionario municipal consultado, dice que no hay solución, hasta el año que viene. Si Dios y la concejala quieren.

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