Uno de los efectos colaterales del coronavirus es el haber despertado el interés del publico (en el fondo los humanos somos un punto masoquistas) por las películas de catástrofes biológicas. De entre ellas destacan: "Contagio" (la mejor sin duda en cuanto a su rigor científico y sorprendente en cuanto a su capacidad premonitoria) y "Estallido" (mucho más condescendiente con los postulados científicos y quizá por eso más digerible). "Estallido" se rodó hace 25 años y fue dirigida por Wolfgan Petersen. Protagonizada por varias estrellas de Hollywood (Dustin Hoffman, Morgan Freeman, Rene Russo o Kevin Spacey) la película narra la epidemia causada por un virus africano llamado Motaba (un "primo" del Ébola) en una población americana. Tras devastar una aldea del Zaire llega a Estados Unidos en el cuerpo de un pequeño mono relacionado con el comercio ilegal de especies. El virus tiene un periodo de incubación corto -24 horas-, produce un cuadro de fiebre hemorrágica con un índice de mortalidad del 100% y para más inri ha mutado en el simio a una nueva cepa que se propaga por vía aérea. Antes de que se extienda por todo el país, el ejército americano decide acabar por las bravas con la epidemia volatilizando el pueblo con los virus y sus huéspedes humanos en un plazo de 24 horas. Mientras tanto uno de los virólogos intenta, en tan escaso lapso de tiempo, dar con el paciente cero (el mono) y, además, elaborar un suero que neutralice al virus y salve a todos los infectados (incluida su exesposa y colega que se contamina por un pinchazo). Con tantas vicisitudes la película resulta muy entretenida, aunque sus conjeturas científicas no sean demasiado fiables. Así, no es probable que la transferencia de anticuerpos de simio a humanos funcione; tampoco lo es que el dichoso mono sea a la vez el trasmisor y la cura de la infección y más increíble aún el que de un monito de apenas 4 kg. en un par de horas se elaboren dosis de antídoto para todo un pueblo. En cambio, resulta muy educativa para entender qué es la "transmisión aérea" a través de la secuencia en que las gotitas de saliva de un infectado que estornuda viajan por la sala de cine a la que este había acudido con su novia. Con todo, mi secuencia favorita es aquella en la que el virólogo (de una manera muy poco profesional) se desprende de su traje de protección (nuestros EPIS) para acariciar a su amada a punto de morirse. Naturalmente se infecta, pero una dosis de los anticuerpos del mono le salvarán de perder la vida por un gesto tan caballeroso como gratuito y que viene ser a la postre la mayor causa de la difusión de la COVID 19, esto es, pensar que las personas a las que queremos o conocemos no nos pueden contagiar. No bajen la guardia porque, en palabras del inmunólogo P. Medawar: "Un virus es un trozo de ácido nucleico rodeado de muy malas noticias".

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