La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Esperpéntica justicia de la UE

El Tribunal de Justicia de la UE avala el despido por vulnerar la neutralidad política, religiosa… ¡y filosófica!

Leo y releo el dictamen del Tribunal de Justicia de la UE según el cual es legal que en nombre de la "neutralidad religiosa y de convicciones" las empresas prohíban a sus empleados mostrar cualquier símbolo que identifique la religión que profesan. Hasta aquí lo entiendo, aunque no lo comparto: se puede prohibir a los trabajadores llevar kipà judío, velo islámico o una cruz cristiana y despedirlos si no obedecen. El caso que ha motivado el dictamen es el de una recepcionista musulmana despedida al anunciar su intención de acudir a su trabajo con el velo islámico. Hasta aquí, insisto, lo comprendo aunque no lo comparto.

Lo que ni tan siquiera llego a comprender, por mucho que lo lea y relea, es que la empresa alegara para justificar el despido que a los empleados les está prohibido llevar "símbolos religiosos, políticos y filosóficos". Dándole la razón, el Tribunal de la Unión Europea dictamina que "una discriminación indirecta puede justificarse objetivamente si la medida responde a un régimen de neutralidad política, filosófica y religiosa en las relaciones de la empresa con sus clientes". Aquí es donde me pierdo. Porque soy capaz de identificar los símbolos religiosos pero me es más difícil hacerlo con los políticos e imposible, por muchas vueltas que le dé, imaginar cuales puedan ser los filosóficos.

Vamos a ver. En lo que a los símbolos políticos se refiere es posible, pero poco probable, que alguien se presente en el trabajo con una cruz gamada o una hoz y un martillo. Incluso que visualice sus ideas peinándose con gomina y luciendo bigotito imperial, llevando rastas o exhibiendo un flequillo abertzale. Puede valer. Pero la prohibición de símbolos filosóficos me supera. ¿Conocen ustedes símbolos aristotélicos, neokantianos, positivistas, existencialistas o fenomenológicos? Yo no. Sería en el fondo estimulante que se tomara tan en serio la filosofía, y su conocimiento fuera tan universal, que se despidiera a un trabajador por su entusiasmo hacia Ortega y Gasset, Bergson, Heidegger, Jaspers, Husserl o Wittgenstein. Pero no es éste el caso, sino el contrario: la construcción de una Europa crudamente tecno-científica, antihumanista, incolora, inodora e insípida. Una gran superficie comercial y un parque temático-turístico con una única ideología, creencia o filosofía: la producción y el consumo. Es el "haga como yo: no se meta en política" de Franco ampliado a la religión... ¡y la filosofía!

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