Tengo la suerte de tener amistades de ideas, creencias, aficiones y costumbres distintas a las mías. Ello me enriquece, pero a la vez hago un ejercicio especial para explicar algunos de mis planteamientos.

El incendio de la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza es uno de esos casos. Soy partidario de la libertad de comunicación y de expresión. Pero nos ha molestado la publicación de las imágenes del incendio. Curiosamente ese fin de semana celebrábamos la jornada de las comunicaciones. Comunicación e información sí, pero sin herir los sentimientos.

Este accidente nos ha dolido a muchos. Si se pierde esta imagen perdemos todos, no solo los cofrades. Pierde la cultura, la historia y el patrimonio de nuestro pueblo. Luis Ortega Bru, escultor de sangre roja y de corazón en el costado izquierdo, llamado "la mano izquierda de Dios", es de los grandes imagineros del nuevo barroco andaluz y la Dolorosa de San Bernardo es de sus mejores obras, para muchos su mejor virgen de candelero.

En nuestras hermandades además de obra de arte, el patrimonio artístico e histórico es parte de nuestra vida. A Nuestra Señora de la Esperanza son muchos los que se han acercado. Le habrán hablado como no lo han hecho con nadie, ni con su confesor. Cuando le hablas te sientes querido y escuchado, comprendido y no juzgado. Te orienta, pero no te regaña. A Ella muchos han llegado rotos, con desesperanza, pero tras contemplarla han partido con templanza, con calma. Otros se han acercado vacíos y con solo rozarla, sin necesidad de manos para tocar, ni palabras para explicar, se han llenado de vida, de ilusión.

Ante la Virgen de la Esperanza, muchos linenses han resumido los mejores momentos de su vida. También Ella ha endulzado y llenado de certidumbre y fe, otros momentos llenos de dolor, de despedida a un ser querido. Su rostro, sus manos, su maternal mirada llena de consuelo.

Sé que esto le cuesta trabajo de entender a los no creyentes e incluso a creyentes que no son cofrades. No es la madera la que da ilusión, recuerdos, vida, consuelo, es Nuestra Señora de la Esperanza, la madre de Dios encarnado. Ella sigue y seguirá presente en nuestra memoria.

Las hermandades de nuestro pueblo no son grandes árboles solitarios, sino que forman una arboleda, unida en sus ramas y en sus raíces. Nuestra Señora de la Esperanza es la Virgen de todas ellas. La preocupación y el dolor es mutuo.

La Junta de Gobierno de la Esperanza está dando una ejemplar respuesta. Seriedad y maduración, análisis de los problemas y no actuaciones precipitadas. En los malos momentos, en la tempestad, es donde se descubre a los auténticos capitanes de navíos y la gran valía de los marineros.

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