La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La España de Torrente

El fin de "cambiar el mundo" no justifica los medios con los que se haga

El más sucio de los juegos sucios: grabar desde los servicios de seguridad del Estado sin autorización judicial conversaciones privadas para su uso como chantaje o venganza. Practicado por todos los poderes. En los totalitarios con impunidad y en los democráticos corriendo el riesgo de ser descubierto o desvelado interesadamente por quien ha efectuado las grabaciones. Esto les quita validez legal pero no impide el escándalo político. Hay literatura y filmografía abundante. Y su uso en la política española, unido a las filtraciones de documentos legales vulnerando el secreto sumarial, es habitual. Recuérdese que Garzón, presente en el almuerzo grabado, fue condenado a 11 años de inhabilitación por ordenar la grabación de las conversaciones entre imputados y abogados; una práctica, según la sentencia, "que a día de hoy solo se encuentra en regímenes totalitarios en los que todo se considera válido para obtener la información que interesa, o se supone que interesa al Estado".

La conversación grabada, en el caso de que no haya sido manipulada como sostiene la ministra de Justicia, la compromete no sólo por mentir sobre sus relaciones con Villarejo sino por sus expresiones homófobas sobre Marlaska y machistas. La España de Torrente.

¿Además de sucia se trata de una actuación ilegal de chantaje al Estado? Sí. ¿La grabación compromete a la ministra? También. ¿Si un ministro del PP empleara estas expresiones el PSOE, Podemos y las asociaciones LGTB exigirían su dimisión inmediata? Seguro. Pero supongo que tras la caída de dos ministros se intentará una solución de compromiso. Delgado niega haberlo dicho. Añadiendo algo con el tufo totalitario de quien se siente impune por el bien supremo de la causa que sirve: "Mis decisiones siempre han estado movidas por el interés de cambiar el mundo... Porque creemos en las cosas y porque creo que es un privilegio poder cambiar las cosas y nadie, nadie, y eso sí que os lo quiero decir con toda tranquilidad, nadie lo va a impedir". En una democracia no existe este "nadie": la prensa denunciando, la oposición exigiendo y la justicia investigando y actuando deben y pueden impedir lo que no se ajuste a derecho o denunciar una práctica no ética. Y desde luego el fin de "cambiar el mundo" no justifica los medios con que se haga. Salvo que el PSOE haya hecho suyo el podemita "por encima de la ley está la democracia".

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