España y Esparta

Licurgo basó sus reformas en la vida privada sobria, la educación de los niños por el Estado y la subordinación a lo público

Ahora resulta, según proclaman algunos mandamases, que nuestros hijos no nos pertenecen. Los padres, por lo visto, no somos más que las herramientas biológicas necesarias para fabricar niños que, una vez nacidos pasan a ser propiedad del Estado. Si la denominada sociedad civil, con tan poca implantación y nulo poder en nuestro país, lograra organizarse, se reclamarían al Estado todos los gastos soportados desde que un niño nace hasta que alcanza la mayoría de edad, incluso más allá de ella, ya que pocos son los que se van de casa antes de la treintena.

En un alarde de pensamiento libre, una señora con cargo importante en el ejecutivo público, se ha dejado caer con semejante perla oratoria que Camilo José Cela calificaría de boutade y Umbral o Pérez Reverte definirían como gilipollez supina. Quiero pensar bien y desear que semejante comentario haya sido realizado tras la lectura del libro titulado El mito de Esparta, cuyo autor es el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla, César Fornis. No creo que esta señora sepa de la existencia de esta excelente obra ni que se haya interesado jamás por la sociedad espartana. Este tipo de obras atraen a personas inteligentes, de pensamiento libre, moderadas al opinar y abiertas al diálogo.

Esparta fue una sociedad militarizada en la que los niños varones eran educados por parte del propio Estado, siendo uno de sus mitos más criticado e inaceptable, el trato que recibían los que nacían con anomalías físicas. Tal vez no fueran tan crueles como las ciudades-estado vecinas difundían y mucho de ello pertenezca a la propaganda más que a la realidad. La férrea educación espartana les hizo ser los mejores soldados y los defensores más férreos de la Hélade, lo que facilitó que los atenienses se dedicaran más al cultivo de las artes. Para que filósofos, autores teatrales, escultores y arquitectos consiguieran llegar a las cotas más altas del arte clásico, los espartanos defendieron con las armas a la comunidad helénica, dotándola del equilibrio y la estabilidad que posibilitaron su desarrollo.

No creo que le suene a esta señora el nombre de Licurgo. Este legislador al que se atribuye gran parte de la constitución espartana, basó sus reformas en la vida privada sobria, la educación de los niños por el Estado y la subordinación a lo público. Da la impresión de que los persas atacan de nuevo a occidente.

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